Estambul. Entre dos tierras. La megalópolis entre Europa y Asia
La llegada a Estambul fue muy temprano, tras más de siete horas de viaje en las que pude descansar lo justo. Sí, aunque el autobús iba medio vacío, los asientos eran incómodos y durante el trayecto paramos varias veces por lo que me desvelé. Las paradas fueron, entre otras cosas, para cruzar la frontera búlgaro-turca.
En la frontera tienes que realizar los trámites para el visado a Turquía si no los has hecho previamente, como me ocurrió a mí. Ya conté algo en mi anterior artículo pero te detallo más a continuación.
Cruzando la frontera turca
Tuve la fortuna de que un policía que recogía los pasaportes en el autobús me lo hizo saber y un empleado de la compañía de autobuses me acompaño, lo que agilizó los trámites. Más que por ser largos en si porque tenía delante de mí más de quince personas en la misma situación.
La experiencia y conocimiento del empleado del autobús hizo que se me lo entregasen en 10-15 minutos. De otra manera la cosa podría haberse alargado mucho más y me hubiese causado un problema importante. Una opción hubiese sido que el autobús siguiese ruta sin mi y tuviese que haber esperado al próximo -la más lógica- o bien, que los demás pasajeros se hubieran enfadado mucho conmigo -la menos probable-. Como digo afortunadamente la cosa se soluciono rápido y no hubo más problema.
Cruzar la frontera turca y comprar el visado in situ fue fácil, aunque haberme adelantado y haberlo comprado por internet me hubiera ahorrado un dinero. De los 25€ que pagué a los 15€ que me dijeron que me hubiesen costado.
Estambul. La toma de contacto
Ya en la estación de autobuses de Estambul la ayuda de mis compañeros de viaje que la conocían de otras ocasiones me ayudó a controlar rápidamente la situación. O casi. Tras despedirme de ellos se me acercaron varias personas ofreciéndome un taxi. Quise saber que me costaba y dejé hacer.
Al inicio me lo ofrecían por 50TL (aproximadamente 25€), que en un primer regateo bajé hasta las 20TL con uno de ellos. Esto ya me puso en alerta y entendí que necesitas regatear como parte de su juego.
El personaje de la oferta en cuestión me acompaño hasta que le dije que no tenía dinero y que buscaba el «toilette». No lo convencí ya que me acompañó hasta las escaleras de la estación insistiendo. Por fin me dejó allí, aunque previo pago de un par de liras turcas por sus servicios de pesado del día. Preferí no discutir y quitármelo de encima por el módico precio.
Cuando salí a la calle busqué un autobús de línea que me llevase a la zona donde estaba mi hostel: Taksim que era lo que tenía decidido. Me acerque al primero que vi y ¡bingo! era ese. Tras la experiencia de mi llegada, no confié en lo que me decía un muchacho menor de edad sentado al volante, y que me hablaba a través de la ventanilla. Volví a preguntarle y me insistió que sí, que era el autobús que buscaba. Rodee el autobús y me fije en el cartel frontal. Efectivamente era. Estaba en la dirección correcta.
Llegué al hostel
Pagué 4TL por el trayecto. Un dato que debes de saber es que en Estambul si no tienes la tarjeta de transportes (8TL por ella más el saldo que le quieras poner) pagas esos 4TL siempre e incluso no te dejan subir. Como en el tranvía por ejemplo. Así que si vas a utilizar el servicio público de transportes para moverte por la ciudad te recomiendo que la compres nada más llegar. No es muy difícil hacerlo y te ahorrarás muchos quebraderos de cabeza.
En el autobús me senté junto a Gamze, una chica a la que le pregunté por mi dirección en Taksim, y que con su móvil comprobó exactamente donde estaba la calle. Cuando llegamos a la parada correspondiente me indicó que me bajase y tras preguntar de nuevo para orientarme encontré la calle enseguida.
El hostel estaba bien acondicionado y nada más llegar y hacer el check-in me invitaron a tomar el desayuno a base de buffet libre. Nuevas costumbres para mi, ya que habituado a mi leche vegetal con cereales cambiar a tomates, pepino, yogurt, olivas y huevos se me hizo raro. Pero me gustó y enseguida le pille el tranquillo a mi nuevo menú matinal. Tener buen saque ayuda a cambiar estas costumbres. Digo yo.
Después de esperar un rato y para hacer tiempo me acerqué a un centro Apple donde intentar arreglar mi Mac. Me habían dicho de uno cercano pero no me sirvió. Volví al hostel y ya por fin me acompañaron a mi dormitorio. Estaba en un cuarto piso y se me hizo largo de subir con mis mochilas y el cansancio. Además mucho calor y mucho ruido ¿dormiría por la noche?
Buscando el centro Apple de Estambul
Como ya he comentado en el hostel me habían indicado de un centro comercial cercano que tenía centro Apple, pero no era el apropiado para arreglar el ordenador. Los empleados me indicaron donde tenía que moverme y no estaba precisamente cerca. Ahora tenía que buscar el autobús que me llevase hasta Besiktas.
No tardé mucho en encontrar una parada preguntando a los transeúntes, pero de nuevo el no tener la tarjeta de transporte me hizo pagar de más por el ticket y casi no puedo subir. El conductor me insistía que pagase con ella. Finalmente otro viajero me ayudó y pagó con su tarjeta mi ticket. Yo le entregué las 3TL que llevaba sueltas como pago.
Ya en Besiktas recorrí varias calles hasta dar con el edificio en cuestión. La gente de los comercios cercanos lo conocía y me indicaron bien. Resultó que tampoco era el centro de reparación adecuado. Aquí solo arreglaban móviles, por lo tanto mi Mac se quedaba como estaba.
Como el móvil también lo tengo hecho polvo, pregunté si me lo podrían arreglar. Se lo quedaron para chequear que le pasaba y esperé alrededor de una hora para a mi vuelta encontrarme que no se podía hacer nada según me dijeron. Durante la espera fui a comer algo a un restaurante cercano y conocí a Suliman, el dueño. Llevar mi sombreo fue el motivo de que estableciese una conversación conmigo, ya que él llevaba el suyo y no es algo muy habitual. Nos hicimos una foto juntos para la posteridad.
Arreglar el Mac, prioridad
Tenía que moverme a otra zona de la ciudad en busca del centro Apple que me indicaron donde revisaron mi teléfono, pero antes pensé que sería mejor hacerme con la tarjeta de transportes y dejar de tener problemas al usarlos.
Encontré el centro Apple y aquí me dijeron que tendría que esperar unos días para tenerlo arreglado. Tampoco estaban seguros si era el HD o el cable que lo alimenta. Afortunadamente cuando lo recogí pasados 4 días, solo fue el cable por lo que la información que no había guardado del disco duro estaba intacta y el presupuesto se rebajó bastante. A prácticamente la mitad. Pagué 169TL por las casi 350TL que me presupuestaron de inicio. Un alivio para mi maltrecha economía.
Desde aquí la vuelta fue a Taskim fue directa en el metro y dando un paseo llegué al hostel. Necesitaba descansar y darme una ducha tras el viaje desde Sofía y no haber parado desde que había llegado a Estambul. Con el ordenador del hostel pude hacer algo de trabajo del blog, además de conectarme a Facebook y contar sobre el viaje.
Durante mi espera para recoger el Mac reparado pude dar grandes paseos por la ciudad. Ya empezaba a notar el ambiente de Asia en el viaje y pude ver mezquitas preciosas y gigantescas. Los históricos bazares de Estambul y recorrer las calles de la ciudad más grande de Turquía.
A los dos días de estar en el hostel cambié de residencia en Estambul. Mehmet, un turco que había conocido en Sarajevo accedió a ser mi anfitrión durante los siguientes tres días. Después tendría que buscar otro lugar ya que él se iba a conocer Georgia aprovechando el puente del Ramadán.
Cambiando de la parte occidental a la oriental de Estambul
Mehmet me ayudo a conocer la ciudad un poco más ya que vive en la zona oriental y además alejado del centro, así que mi inmersión en la realidad turca de la ciudad la viví de cerca. Fue el primer barco en el viaje que utilicé para cruzar el Bósforo y además en su casa volví a superar mi reto de hacer tortillas de patatas por el mundo. Mi agradecimiento más profundo por esos días.
Durante uno de mis paseos por la zona oriental conocí a un personaje realmente particular Servet que me invitó a sentarme con él en una terraza. Pagó las cervezas que tomamos y fue gracioso ya que para poder comunicarnos tuvimos que utilizar el traductor de Google con su teléfono. Las traducciones no eran muy fiables, pero nos dio para entendernos y poder charlar.
Durante este tiempo con Servet recibí la llamada del centro Apple para decirme que ya tenían mi Mac arreglado y que solo había sido el cable de alimentación del disco duro. Durante un momento sentí un regocijo inmenso, no solo por tener mi Mac sino por haber rebajado sustancialmente el presupuesto.
Mehmet me acompañó al centro Apple y pude por fin tener mi añorado Mac para volver al trabajo e intentar recuperar el tiempo perdido en escribir este blog. Aún arrastro el retraso, pero espero solucionarlo en breves.
Al día siguiente Mehmet intentó despertarme para irme con él y despedirnos, pero mi cansancio impidió que me enterase. Cuando amanecí estaba solo en su casa. Me arreglé, recogí mis cosas y me fui al nuevo hostel, al lado de la Mezquita Azul, donde pasaría un par de noches más.
Preparando mi viaje a Irán
Alargué mi estancia para poder gestionar mi visado a Irán, para lo cual tuve que encontrar una agencia de viajes como me indicaron en la embajada iraní. No se trataba de una agencia de viajes de vuelos, pero como no entendí muy bien lo que me planeaban me fui directamente a una que encontré no muy lejos de mi nuevo hostel.
Allí conocí a Sheirgo, un sirio residente en Estambul y que dominaba cinco idiomas: árabe, turco, inglés, búlgaro y ¡español!. Fue gracioso cuando después de hablar largo rato en inglés pidiéndole lo que buscaba y al preguntarme mi nacionalidad me contestó en castellano y me dijo que lo hablaba. Aunque se le había olvidado algo de no practicar.
En Sheirgo encontré un apoyo durante mis últimos días en Estambul. Quedamos cada día hasta mi partida y entre otras cosas me presto su casa la última noche para que pudiese ahorrar algo de dinero. Sheirgo es un tipo noble y una persona importante en este viaje, al igual que otras que ya os presentado durante mi trayecto por otros países.
En casa de Sheirgo pude conocer a otros sirios que me invitaron a cenar la última noche del Ramadán. Esperaban el momento como agua de mayo. A partir de esa noche podrían volver a la rutina de desayunar, comer y cenar.
La mañana siguiente fue una fiesta con el primer desayuno después de un mes de ayuno. Para comer me comprometí a hacer un arroz tipo paella para agradecer su hospitalidad. Tras la comida Sheirgo me acompañó al autobús que me llevaría a Fethiye, mi próximo destino turco. En Fethiye me esperaba un nuevo voluntariado en un hotel.
Sobre el blog
Este artículo lo escribí nada más acabar el trabajo en el hotel Adrenalin Village Fethiye saltándome la línea habitual de escribir en orden cronológico del viaje. El artículo de mi quinta experiencia como voluntario en Workaway en Fethiye lo puedes encontrar pinchando en este enlace.
Mi próximo artículo lo dedicaré a Irán, aunque me queda escribir sobre el periplo realizado por Turquía que pasó por Antalya, Konya, Ankara, Capadocia, Sanlurfa y Erzurum antes de cruzar a Irán, desde donde escribo estas líneas.
No tardaré mucho en publicar, pero hasta entonces y como siempre…
¡Pura Vida!