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Borneo IV: Vuelta a Kota Kinabalu y nuevo voluntariado
Después de pasar un mes en Filipinas, volví obligado por las circunstancias a Kota Kinabalu. Un nuevo voluntariado con Nina, mi anfitriona y ahora amiga.

Borneo IV: Vuelta a Kota Kinabalu y nuevo voluntariado

Después de pasar un mes en Filipinas, volví obligado por las circunstancias a Kota Kinabalu. Un nuevo voluntariado con Nina, mi anfitriona y ahora amiga.

Pues sí, de nuevo en Kota Kinabalu, esta ciudad se convirtió para mi en una base de operaciones desde la que cruzar a algunos de los países que me quedaban del Sudeste asiático: Brunei y Filipinas y en esta ocasión tuve la suerte, además, de poder trabajar como voluntario y ver algunas de las puestas de sol más alucinantes que he vivido.

La llegada desde Manila

El avión llego a Kota Kinabalu a la hora prevista y todo fue de nuevo sencillo. Bueno está vez hubo preguntas en la frontera. La mujer policía vio mi pasaporte lleno de sellos de Malasia y quiso saber porque volvía. Me quede sorprendido, era la primera vez que me ocurría y solo le había pedido que el sello fuese para tres meses de nuevo, que realmente ni has de pedirlo, lo ponen directamente. Le expliqué que por obligación tenía que comprar un billete de vuelta desde Filipinas y que quería viajar por Borneo durante un tiempo. Finalmente selló el pasaporte y me dio la bienvenida, incluida una sonrisa.

El siguiente paso era bajar a la ciudad, trayecto que finalmente conseguí hacer en autobús, por solo 5RM. Y es que durante los días que pase en Manila me puse en contacto con Fez, el couchsurfer que me había acogido antes de viajar a Filipinas, y me había asegurado que podría estar en su casa a la vuelta, ya que él sabía lo de la compra obligatoria del vuelo a última hora, como ya conté en el artículo que dedique en su día a este tema.

Sin embargo, dos días antes de volver me puse en contacto con Fez que me dijo que le había salido un trabajo y no podría ir a su casa. Me quedé perplejo, ya que no me había avisado y me informaba a esas alturas y porque yo le pregunté, sin apenas tiempo para reaccionar y buscar una alternativa. Aún así le propuse ayudarme con la gente que el conoce y que también utilizan la página de Couchsurfing como anfitriones. Me dijo que lo miraría, pero nunca contestó posteriormente a mis mensajes.

Una decepción con una persona a la que consideré un nuevo amigo y con el que la primera vez había quedado muy bien, pero que en esta ocasión me dejó tirado y todavía no sé, ni entiendo muy bien por qué. Afectado por la situación, intenté que otros Couchsurfers de Kota Kinabalu me acogieran, pero todo fueron negativas a la solicitud, iba con poco tiempo y eso rara vez tiene una respuesta afirmativa.

De todas formas sabía que en una casa de invitado no podía estar mucho tiempo, así que anteriormente había enviado una solicitud de voluntariado a través de Workaway para tener un sitio donde estar y ayudar. Sorprendentemente fue atendida y la respuesta afirmativa.

Digo que me sorprendió porque se trataba de una chica y normalmente cuando el trabajo es cuidar mascotas y casas de mujeres, los hombres generamos dudas, pero para Nina no fue así, afortunadamente. La pega era que tendría que esperar tres días en la ciudad a que otros voluntarios terminasen y yo pudiese entrar en su lugar. De ahí que necesitase un lugar para esperar y buscase un anfitrión a través de Couchsurfing.

Como en la calle no me iba a quedar y tengo una tarjeta de crédito de la que tirar cuando lo necesito de forma urgente, pude reservar y quedarme en el mismo hostel que ya había estado antes de visitar Brunei, en el centro de la ciudad, a mano de todo lo necesario y ajustado a mi economía: unos 22 RM por noche (4,70€).

A la hora de comer, conocía también los restaurantes malayo-hindúes que por poco más de 2€ diarios te alimentas con comida y cena. El roti se hizo mi alimento más socorrido durante estos días, también los noodles de un restaurante malayo-chino y el arroz con verduras. Hambre no pasé.

Conociendo a Nina, mi anfitriona, y sus gatos

Cuando llegue a casa estaban los dos voluntarios que se iba ese mismo día y yo entraba a sustituirlos. Con Tibo, italiano y Grazi brasileña hubo muy buena conexión, ellos se encargaron antes de que llegase Nina, de ponerme al corriente de las tareas y explicarme como funcionaba el tema con los gatos, sencillo pero mejor conocer detalles de horarios y manías de los animales para tratarlos lo mejor posible siendo un desconocido para ellos.

Mientras Tibo y Grazi terminaban de hacer sus mochilas y comer antes de partir yo me fui haciendo con la casa y los gatos. Dos hembras y un macho, cada uno con su personalidad, y que afortunadamente enseguida me aceptaron y pude comenzar con mis cuidados.

MiuMiu la reina de la casa, una gata grandota y bien alimentada, con la que más conexión hubo y a la que tenía que darle unos cuidados especiales para tratar unas pequeñas heridas que tiene en la barriga, cerca de los pechos y que según Nina, cuando me iba pasados los diez días acordados, habían mejorado.

Mika, muy asustadiza y más con los desconocidos. Nina tenía dudas de como reaccionaría conmigo, pero lo hizo bien y si que es cierto que al principio se mostró esquiva, pero duró menos de lo que creíamos y enseguida se dejó ver y acariciar. Y por último el rey de la casa, el ‘campeón’ como le llamaba yo cariñosamente: Dio, un gato del tamaño de una cría de tigre. Grande y también asustadizo, pero tranquilo. Entre ellos llegaba la hora del juego por tarde y la casa era una pista de correr y perseguirse. Divertido de verdad verlos jugar.

Antes de que Tibo y Grazi se fuesen apareció Nina, una alegría para mi, tenía ganas de conocerla, después todos los mensajes que nos habíamos enviado por Wassap tras confirmarme que aceptaba mi solicitud, tenía la sensación de que nos llevaríamos bien ya que coincidíamos en la manera en que vemos la vida.

Además, había visto fotos suyas haciendo yoga y me había quedado alucinado de la flexibilidad y el control que tenía de su cuerpo: admirable y alucinante. Por otro lado, desde que comencé a practicar y hacer los cinco tibetanos, unos ejercicios sencillos, pero que tienes que saber, quería que Nina me ayudase a corregir los defectos y con ello mejorar la efectividad de hacerlos cada mañana. Ahora no estoy practicando, pero volveré y con más seguridad de que hago los ejercicios bien, o al menos mejor.

La casa del voluntariado

1 Borneo que es como se llama la urbanización está a unos 14km de Kota Kinabalu y prácticamente es una pequeña ciudad en sí misma. Los dos edificios que la componen, altos, de unos 35 pisos, se levantan sobre un gran centro comercial que tiene de todo: tiendas, restaurantes, supermercados, hoteles, parking y también para los vecinos: gimnasio, piscinas y un pequeño parque para los niños.

Yo vivía en el 6º piso del bloque A y las puestas de sol eran alucinantes. Creo que Borneo es privilegiada en esto se las puestas de sol por las fotografías que he podido hacer desde la propia Kota Kinabalu, 1 Borneo o más adelante en Sandakan.

El piso está muy bonito y amueblado con muy buen gusto. El que mi trabajo se limitase a un par o tres horas diarias, como mucho, sumando todo lo que hacía, me ayudó a poder trabajar en mis cosas: el blog y la web de Minube, para lo cual baje a Kota Kinabalu en varias ocasiones y seguí viendo y conociendo templos, mezquitas, iglesias o monumentos de la ciudad. Si quieres conocer mejor todos esos lugares que visité, puedes entrar en mi perfil de Minube pinchando aquí.

Nina vino varios días a visitarme y yo pude corresponder a su amabilidad, invitándola a cenar cocinando mis platos. Uno de esos días compramos las verduras en el mercado de Kota Kinabalu, además de poder charlar y conocernos mejor durante el paseo.

Nina me decía que estaba aburrida de la comida china y con mis recetas traídas de Occidente la quise sorprender. Entre otras cosas, le cociné mi tortilla de patatas y le gustó tanto que se atrevió a hacerla ella misma un par de días después en casa de su hermana, le quedo fenomenal, mi primera tortilla años atrás fue un desastre, pero la suya copiando mi receta parecía la de un español experto. Una alumna aventajada realmente.

Hubo además de la tortilla: musaka vegetariano, ella también lo es, una crema de calabaza, ensalada y el toque exótico con los rollitos vietnamitas.

Termina mi voluntariado en casa de Nina

El día que Nina me enseñó a corregir las malas posiciones de los Cinco Tibetanos, me enseño algunos ejercicios de yoga para cuidar la espalda y el Saludo al Sol, que también son una consecución de movimientos de yoga, similares a los Cinco Tibetanos, pero no iguales.

Para fijarme en el futuro cuando yo los practicase grabé un vídeo, que también tu lo puedes ver y si te gusta ponerte con ello, te aseguro que la energía de tu cuerpo aumenta al terminarlos y día a día es un ejercicio sencillo, pero muy completo y que seguro que te beneficia. Haz la prueba y me cuentas. En el vídeo solo verás el ejercicio de un lado, pero tienes que repetirlo con el opuesto de nuevo.

Para terminar diré que mis amigos Nico y Andrea, los argentinos que conocí en Belopa (Indonesia) en el voluntariado, también pasaron por Kota Kinabalu durante mis días en casa de Nina y como coincidimos, preparé una última cena para todos, a la que Nina también vino, me apetecía que se conociesen, sabía qué, como ocurrió, se llevarían bien y fue una cena que además sirvió para despedirnos, ellos seguían camino hacía Brunei y luego iban a Sandakan. De echo fue gracias a ellos por lo que posteriormente encontré un sitio para cuando terminase en casa de Nina poder hacer otro voluntariado, fue en un hostel de Sandakan.

Mi siguiente paso hacia allí fue en autobús que salía por la tarde a primera hora y donde llegue de noche tras un viaje agotador. Pero esto será la próxima aventura que contare en el siguiente artículo, hasta entonces y como siempre…

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