Bangkok, capital de Tailandia y Rangún (Yangon), capital de Birmania o Myanmar. Dos ciudades separadas por algo menos de 1.000 Km y muchas horas de carretera. Un viaje largo y pesado, sobre todo en su recorrido por Myanmar, donde las carreteras están llenas de peajes, cuasi mafiosos, que hacen que el viaje que podría durar 8 horas, yendo a un ritmo lento, para recorrer los aproximadamente 450Km que separan Myawaddy en la frontera, de la capital, se conviertan en las 11 horas que tarde en llegar.
Fin de semana en Bangkok
Finalmente en Bangkok estuve hasta el martes por la mañana gracias al favor de Goto, qué ya os presenté en el anterior artículo y qué me acogió durante una semana en su casa. Al día siguiente de que Joan se fuese a su hostel, llegó Takahiro, un japonés que estaba de vacaciones por Tailandia. Y un día después llegaron Carola, alemana que se dirigía a Australia buscando trabajo y Theo, lituano que también andaba por el Sudeste asiático, fotógrafo y viajero. Un fin de semana entretenido conociendo nueva gente, con los que se generó muy bien ambiente en la casa.
Esa noche del sábado Takahiro nos preparó una cena japonesa y el domingo a mediodía cociné yo ayudado por Carola. Por la tarde cada uno salió a su aire y por mi parte decidí dar un buen paseo por el barrio para conocerlo e intentar encontrar un café helado estilo tailandés al que le he pillado el gusto, aunque finalmente no pudo ser.
A la mañana siguiente, domingo, cumplía un año por el mundo y dediqué prácticamente todo el tiempo a redactar el artículo que publiqué haciendo un repaso del viaje desde que salí. De paso tener el premio de recibir el artículo que Picos Laguna publicaba en el Heraldo de Aragón coincidiendo con el aniversario.
Preparando el viaje
El lunes tenía previsto llegar hasta la frontera de Tailandia con Birmania y quedarme allí un par de días para conocer también la labor de la ONG ‘Colabora Birmania’ aunque finalmente no pudo ser. Por la mañana trabajando en el ordenador apareció Lila, una italiana que lleva tiempo viajando por esta parte del mundo, haciendo negocios y amiga de Goto. Lila tendría que haber llegado la noche anterior, pero un accidente del autobús en el que viajaba hasta Bangkok, bastante aparatoso por lo que contó, la retrasó y finalmente llegaba por la mañana, con un buen susto en el cuerpo.
Con Lila me fui a dar una vuelta; yo tenía que enviar las postales que algunos de mis amigos han encargado a través del grupo de Facebook Participa en la Vuelta al Mundo Sin Prisas y ella conocer el coste de unos envíos a Nepal, ya de paso, aprovechamos para comprar algo de comer para nosotros dos y Goto.
Por la tarde tuve que desmontar mi mochila y prepararme para el viaje. He podido dejar en casa de Goto lo que no iba a utilizar por tierras tan cálidas y descargar peso, un favor que me he hecho y que quizás me aclare que llevar en el futuro, veremos.
El tiempo pasó rápido y cuando decidí salir de casa de Goto ya entrada la noche, se me había hecho tarde. Cuando llegué a la estación de autobuses para comprar mi billete me dijeron que estaban agotados, pregunté en dos compañías, ambas tenían los autobuses llenos, así que cambié mis planes y compré el billete para el martes por la mañana temprano.
Madrugué, pero la experiencia de la noche anterior, me sirvió para saber que pasos tenía que dar y que transportes utilizar, así que todo fue más fácil y llegué con tiempo suficiente y tranquilo. El autobús salió a las 8:15h.
Viaje a Mae Sot, en la frontera
El viaje a la frontera fue cómodo y duró algo más de siete horas, un autobús que iba lleno de birmanos y tailandeses y también un par de austriacos, Florian y Katharina, a los que llegando a Mae Sot, el pueblo tailandés más cercano a la frontera les pregunté por sus planes. Ellos seguían viaje por Tailandia y dependía si podían seguir camino desde allí, proseguirían viaje, sino mi propuesta de compartir medio de transporte hasta el hostel les agradaba. Es lo que ocurrió finalmente, no tenían autobús a su nuevo destino y compartimos el Tuc Tuc que comenzó costando 150 Baht y se quedó en 100 Baht a pagar entre los tres.
Cuando llegamos al hostel que Javi, uno de los responsables de la ONG, me había dicho, estaba todo ocupado, así que allí mismo nos recomendaron ir a otro cercano: Lucy Guest House, que para nuestra fortuna tenía dos habitaciones libres. Durante la espera a que Lucy, su simpática propietaria, nos los comunicase, apareció Marius un alemán que cruzaba a la mañana siguiente a Myanmar como yo y con el que compartí la habitación y el viaje al día siguiente. Pagamos cada uno 100 Baht, algo más de 3€ por esa noche.
Después de una buena ducha reparadora Florian, Marius y yo nos fuimos a cenar por la ciudad. Katharina decidió quedarse ya que no se encontraba bien. Entramos en un restaurante chino, para sorpresa de la camarera, que nos miraba y no hacía nada más, finalmente ante su pasividad decidimos levantarnos y buscar un sitio donde nos hiciesen caso. Encontramos un restaurante tailandés, donde nos sirvieron un arroz con verduras y después para quitarnos el hambre que aún temíamos un arroz con huevo. La comida y cuatro cervezas por aproximadamente 3$ por cabeza.
A la mañana siguiente cuando Marius y yo despertamos, fuimos en busca de un banco que nos cambiase moneda birmana por mis dólares o por sus Baht. No lo conseguimos después de preguntar en varios bancos, desayunamos y fuimos a recoger nuestras cosas a la habitación para comenzar el viaje. Lucy nos sugirió ir al mercado para encontrar el transporte desde Mae Sot hasta la frontera separados por algo más de 6Km. Preguntamos en el mercado a los conductores de los songthaew, una especie de camionetas con la caja abierta y que se utilizan como autobuses. Nos cobraban 50 Baht, el precio normal, pero nos comentaron que en el mercado negro, en los songthaew ilegales, solo debíamos pagar 20 Baht, decidimos que buscaríamos uno de estos. La experiencia de recorrer esa pequeña distancia con el songthaew lleno de gente, no tuvo precio.
Cruzando a Birmania: objetivo conseguido
Cuando llegamos a la frontera tailandesa, todo fue fácil, comprobaron nuestro pasaporte, sellaron la salida del país y nos desearon buen viaje. Avanzamos por tierra de nadie, que aquí es un puente que separa ambos países y que cruza un río por el cual, con barcas, cruzan ilegalmente habitantes de ambos países hacia un lado y otro sin que pase nada, ya que es perfectamente visible la actividad frenética. Los soldados por lo que comprobé más tarde, hacen la vista gorda.
Nada más comenzar a cruzar el puente se unió a nosotros Khanmai, un avispado birmano y que fue de gran ayuda. Con el pudimos encontrar fácilmente la oficina para sellar nuestros pasaportes y ya en Myawaddy, la primera ciudad de la parte birmana, el banco, donde si que por fin pudimos cambiar moneda local. Le preguntamos por las opciones para viajar hasta Yangon y nos dijo que el autobús oficial hacía su última salida a las 9,30h, eran ya más de las 10h, nos habíamos confiado porque en el hostel nos dijeron que podríamos encontrarlo hasta las 11.30h. Se nos ofreció un taxi por 15$, pero decidimos que buscaríamos por nuestra cuenta otra opción, quizás más económica.
Allí nos despedimos de Khanmai y nos fuimos a buscar la manera de llegar a Yangon. Un autobús tenía previsto salir a las 17h, el precio también 15$. Teníamos que comprarlo, no nos quedaba más remedio, la carretera se puede utilizar un día en cada dirección, por lo que si nos quedábamos a esperar nos bloqueábamos dos días y esta opción se volvía más cara. Para hacer tiempo hasta la salida, buscamos un lugar donde comer, aquí en Myanmar la comida es muy barata y por 1,5$ al cambio comimos bien. Al salir del restaurante pregunté por una conexión wi-fi y el dueño de un pequeño comercio de telefonía móvil me prestó su línea, gracias a eso pude buscar mi hostel en Yangon y hacer la reserva; no quería quedarme colgado al llegar y tener que buscar por la ciudad de noche un sitio donde estar. Ahora puedo decir que acerté.
Highway to hell: El viaje a Yangon
Ahora explico el porque de este titulo, aunque Myanmar ni es un infierno ni tiene autopistas, no por lo menos en este trayecto. Cuando estábamos comprando el billete Marius insistía en bajar el precio, yo simplemente escuchaba y esperaba acontecimientos. No lo rebajaron ni un Kyat y durante el viaje, entendimos el porqué.
Resulta que a partir de un momento ya en la carretera, debes de entrar en un recinto para el control de mercancías y que, debido a que la carretera en ese punto está cortada, obligatoriamente lo tienes que atravesar, ahí empieza el desembolso de Kyats en esa especie de peajes ‘cuasi mafiosos’. Conforme vas avanzando por una carretera que están construyendo ahora mismo y que en un tiempo tendrá la pinta de autovía, vas encontrando controles del ejercito, la policía y hasta de los rebeldes y aunque esto último no lo puedo asegurar, me lo pareció por sus ropas desaliñadas y sin simbología del ejército, en algunos casos al cargo de muchachos de no más de 15 años con metralleta colgada al hombro y de miradas inquisidoras. El conductor, experto en el viaje paró alrededor de 15-20 veces por el mismo motivo y soltaba el dinero sin rechistar. Deducción: el precio de nuestros billetes, también incluía estos ‘pagos revolucionarios’ ¡como lo iban a rebajar!
También hubo tiempo para hacer otras paradas técnicas: comer y descargar líquidos, además de estirar las piernas, que viajando en el minibus y con un espacio tan reducido como el que teníamos era necesario y urgente en ocasiones. Salimos de Myawaddy a las 17h y llegamos a Yangon sobre las 3.30 de la madrugada. Además la estación de autobuses está a unos 30Km del centro de la ciudad, donde había reservado mi hotel, al lado de China Town.
Como siempre al llegar nos encontramos con el ejercito de taxistas que se lanzaron a por nosotros ofreciéndose para llevarnos. Dejé que uno de ellos viese la dirección donde tenía que llegar, me pidió 10$ le sonreí y me negué a pagar esa cifra. Si desde la frontera había pagado 15$ ¿cómo se atrevía a pedirme 10$ por un trayecto en la misma ciudad? Le ofrecí 3$, se negó pero al rato volvió y me pidió 5$, la mitad del precio inicial. Decidí que bajaría en autobús y Marius pensaba lo mismo, así que preguntamos como llegar y que número de autobús coger, el taxista descarado quería 1$ por cabeza por darnos la información. Ahí se acabó la conversación, la llegada de un autobús a continuación hizo el resto y dejo de interesarse por nosotros y nuestro dinero.
Cargamos con las mochilas y otro muchacho nos dio la información necesaria gratis; debíamos avanzar por la avenida hasta una estación cercana más grande, desde donde salían los autobuses de línea a partir de las 6h de la mañana.
Tocaba esperar y en todo momento, más y más taxistas se acercaron a ofrecernos sus servicios. En una de estas en las que les pedíamos información de los autobuses que llegaban hasta el Downtown y nos estaban mareando apareció Kyaw con su mujer y nos dieron los detalles: los números 43 y 45 nos llevaban. Al poco rato tuvimos el golpe de suerte.
Marius se acercó a tirar en un cubo la comida que se había estropeado en la mochila y Kyaw que estaba al lado sentado le ofreció llevarnos gratis en su coche hasta nuestros destinos; a mi me trajeron hasta la puerta del hostel y sino me equivoco a Marius lo acercaron hasta la casa de su amigo, que estaba bastante apartada del centro. Gente buena con la que te cruzas en el camino y que hacen que este viaje sea mágico, comprobando que hay personas que se mueven en esta vida, también por corazón y no solo por dinero.
Ayer fue finalmente un día completo, después de llegar al hostel y hacer el check-in dos horas antes de lo previsto, pude descansar hasta mediodía, dar un buen paseo por la zona cercana, comer y conocer algunos lugares especiales de la ciudad. Pero esto y los planes previstos para el viaje a partir de aquí, los contaré en el próximo artículo. Hasta entonces y como siempre…
¡Pura Vida!