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primeros días en Bangkok
De nuevo en ruta: de Camboya a Tailandia y primeros días en Bangkok
Llegar desde la isla de Koh Totang en Camboya, a la frontera tailandesa. Descubrir los transportes terrestres que me podrían llevar a Bangkok y no caer en las trampas de los vendedores, aunque no siempre se consigue. Y vivir mis primeros días en la capital tailandesa.

De nuevo en ruta: de Camboya a Tailandia y primeros días en Bangkok

Llegar desde la isla de Koh Totang en Camboya, a la frontera tailandesa. Descubrir los transportes terrestres que me podrían llevar a Bangkok y no caer en las trampas de los vendedores, aunque no siempre se consigue. Y vivir mis primeros días en la capital tailandesa.
primeros días en Bangkok

A punto de cumplir el año de viaje, será el próximo día 15 de marzo, ya he recorrido 20 países y el añito quizás lo cumpla en el número 21: Myanmar. Todo dependerá de lo que tarden las autoridades birmanas de la embajada en Bangkok, en entregarme el pasaporte. Mañana lunes tendré la respuesta.

De momento el fin de semana lo estoy pasando en Bangkok, que va a ser el único destino en el país por ahora. Entre otras cosas porque el visado que conceden al entrar por tierra es de solo 15 días. Eso sí, gratuito. Ampliarlo por sesenta días más son entre 35 y 60$, pero esta información es confusa en este momento. Aunque en cualquier caso creo que me los ahorraré y seguiré camino.

No solo es la falta de presupuesto, también la falta de respuesta de los anfitriones a los que envié mi solicitud de voluntariado que no llega y no la espero a estas alturas, por lo que he decidido cruzar de país y no quedarme más tiempo en Tailandia.

En cuanto a los voluntariados, sigo pensando que mucha gente no tiene, primero: respeto y después: educación. Ambas cosas por no contestar a los emails que les he enviado solicitando el voluntariado. Ni en positivo ni en negativo y mira que es fácil decir a alguien SI o NO. Pero bueno, siendo positivos, también es cierto que pienso que las cosas pasan por algo y quizás es que debo de seguir camino.

El viaje de Camboya a Tailandia

Para llegar hasta aquí el pasado viernes día 6 de marzo tuve que madrugar. Sobre las 5.45h ya estaba preparado con mis mochilas y dispuesto para salir de Koh Totang, la isla donde pasé estas últimas tres semanas colaborando como voluntario. Tommy -el propietario del complejo- se encargó de llevarnos en su lancha a mi y a Frank e Ilena, dos clientes alemanes que habían pasado unos días allí, rumbo a la costa, donde buscaríamos el transporte que nos llevaría a nuestros destinos. Ellos se dirigían a Nom Penh, yo a Koh Kong y tal y como bajamos de la lancha ya estaban los chóferes ofreciéndonos el viaje.

En mi caso tuve la suerte de que un chico joven que estaba en la playa esperando clientes, tenía su coche preparado para llegar directamente hasta Koh Kong -evitándome esperas y hacer el cambio de autobús en el bar de la carretera, donde sí tuve que esperar el día que llegué desde Sihanoukville-. Koh Kong está pegada a la frontera, a tan solo 8 kilómetros y de esta manera todo fue mucho más cómodo y más barato. Solo pagué por este trayecto 10$, cuando normalmente con el cambio de autobuses son entre 12$ y 15$. Y os aseguro que para mi esta pequeña diferencia, marca la diferencia.

Ya en Koh Kong negocié con Mr. Wen, el conductor, la posibilidad de que me llevase a la misma frontera, de los 5$ que me pedía lo pude dejar en 3$. Estos pequeños ahorros me iban a venir bien, ya que después para llegar hasta Bangkok me cobraron de más.

Cruzando la frontera. Dirección Bangkok.

Pagué por este autobús que creía directo 600 Baht (18,40$ al cambio) pero si sumaba las cantidades que hubiese pagado por separado por el minibús hasta Trat 150 Baht (4,60$) y los 280 Baht (8,60$) para llegar hasta Bangkok, me hubiese ahorrado alrededor de 170 Baht (5,20$). Y además no fue directo como me dijo la vendedora del ticket, sino que debía de hacer el mismo recorrido parando en Trat y luego cambiando de autobús para llegar a Bangkok. Lo del dinero me martirizó durante un buen rato, me sentí estafado y enfadado conmigo mismo por dejarme engatusar. ¡No aprenderé después de tanto tiempo! -me preguntaba-.

Jade, una chica inglesa que vive en Tailandia y que conocí en el minibús me dijo que, aunque los tailandeses son gente noble y no suele engañar a los extranjeros, a veces estas cosas ocurren y que no debía de darle más vueltas, ya que el precio final no era tanto y comparado con Europa, era incluso barato.

Necesitaba oírlo, aunque tardé en quitármelo de la cabeza. LLegamos a Trat pasada una hora y media de viaje, haciendo varias paradas en controles de la policía y allí nos despedimos: Jade siguió hacia la costa para pasar el fin de semana y yo cambié de autobús para seguir camino hasta Bangkok. Por cierto, una pesadez de viaje. En principio iban a ser 4-5 horas y finalmente tardamos más de 9. Estoy acostumbrado a largas distancias y pasar muchas horas en un autobús, pero este viaje se me hizo interminable.

Bangkok

Llegamos de noche y tenía que buscar y encontrar el medio de moverme hasta el hostel, un hostel que había podido reservar mientras viajaba hasta la frontera utilizando el resto de crédito del móvil que había reservado para este fin. Un danés que viajó conmigo en el autobús, conocedor de la ciudad, me ayudó a encontrar en el mapa la dirección y me recomendó el Skytrain, que lo podía pillar allí mismo y me dejaba cerca del río. Desde allí tendría que llegar al hostel en taxi.

Finalmente incluso con el Skytrain crucé el río, cambiando de línea, y con la ayuda de un policía que estaba montando un control de drogas, muy simpático y amable -y que quiso hacerse una foto conmigo después de ayudarme-, paré al taxi y él mismo le explicó cuál era mi destino. Por el Skytrain BTS pagué en total 37 Baht hasta Siam. Después 15 Bath más para llegar hasta Bang Wa. El taxi hasta Charan Soi St. fueron 125 Baht, o lo que es lo mismo: una noche en este hostel en Bangkok.

La comida

A esta hora que escribo el artículo ya he podido probar varias cosas. Para el desayuno opté por comida de la calle, barata y rica, tal y como me comentaron algunos clientes del hotel en la isla camboyana. Un café delicioso que prepara una mujer por 20 Baht y unas verduras picantes con un pedazo de pollo (sí de nuevo rompiendo la dieta vegetariana) por otros 45 Baht, en el puesto de al lado.

A la hora de comer fui con Maddy, un indio que conocí en el hostel, a un centro comercial a tres paradas de autobús. Un lugar muy organizado donde para pedir debías antes conseguir una tarjeta y cargarla con el crédito que deseases. Conforme ibas pidiendo iban descontando y si al terminar te quedaba algo en la tarjeta, la devolvías y te devolvían tu dinero.

Yo cargué 100 Baht y gasté 80, alrededor de 2,45$ entre comida y bebida. Cuando terminamos nos dimos una vuelta por el supermercado -que estaba allí mismo- y compré algo para tener reservas de comida en el hostel. Una gran variedad de frutas y verduras también ecológicas y de importación y alguna de ellas a precios que dan para vivir una semana aquí, sin lujos, pero sin problemas. Está claro que me decanté por los productos más baratos. Con esta compra he podido desayunar esta mañana, excepto el café que compré de nuevo a la señora del puesto callejero y cenar hace un rato las verduras con noodles rápidos.

Hoy el almuerzo también lo he hecho de comida callejera. Otra recomendación de un cliente del hostel que se estaba dando un banquete y que tenía muy buena pinta. Noodles tamaño XXL con verduras y un plato de tofu con verduras que en total me han costado 45 Baht además de una bandeja de piña por 20 Baht y como no el café helado de la señora. Más que satisfecho por 2,60$.

El hostel

El hostel es además un bar y me pareció reencontrarme con mi pasado en Zaragoza, ya que el look del local, así como el ambiente me recuerdan a aquellos antros (sin acritud) por donde nos movíamos en los 80’s, salvando las distancias del tiempo y algunos detalles más.

Poco a poco hablando con los camareros me han explicado que la mayoría de ellos, sino todos, también son voluntarios a través de Workaway -aunque yo no encontré este contacto para enviar mi solicitud-. No importa, lo iba a preguntar directamente ayer pero creo que no es el lugar. Los dueños, aunque no puedo tener una opinión bien creada de ellos, me han demostrado no ser muy amistosos y amables y si eso lo hacen con un cliente… prefiero no pensar como será con los voluntarios. Quizás estoy equivocado, pero no voy a descubrirlo.

Un problema del hostel -y que es algo que me tiene arto- son los mosquitos, que no dejan de picar y machacar mis pies y tobillos. Al final tendré que recurrir a los químicos para quitármelos de encima. Aunque no me guste.

Para terminar, anoche hubo una fiesta en el hostel -para ser correctos en el bar, aunque pronto se extendió a todo el edificio- y se lió parda. Yo decidí no participar, entre otras cosas porque prefiero no vivir las resacas que deja una noche larga y por otro lado, porque en la fiesta se liaron a bolazos de colores y esta mañana parecía todo un arcoiris.

Me consta que les a costado varias duchas quitarse todos los polvos de colores pegados al cuerpo. Además una fiesta son gastos que no puedo permitirme porque, aunque no quieras, alguna cerveza cae y si bien los 100 Baht que cobran no son mucho, seguiré insistiendo en que mi economía no está para estos trotes extras y por un poco más amplío mi estancia en el hostel.

El reecuentro

Hoy he tenido el reencuentro con un viejo amigo, Miguel Méndez de Madrid. Nos conocíamos de las noches locas del Siroco y hemos podido charlar un buen rato, de echo este post se ha retrasado por el reencuentro.

Miguel es un viajero empedernido, nunca lo habíamos hablado, pero lleva más de 10 años viajando, aunque de forma intermitente volviendo a España para hacer trabajos puntuales y juntar dinero para volver de nuevo a la ruta.

A coincidido que estaba por Bangkok, ya que el martes vuelve para España a trabajar en un proyecto durante tres meses. Quizás, gracias a él, tenga una oportunidad en Tailandia y visite otras zonas del país colaborando en un proyecto solidario en la frontera entre Tailandia y Myanmar -donde trabajan voluntarios con las ONG’s ayudando a desplazados birmanos-. Por lo que me ha comentado cuidan de más de 400 niños a los que les dan educación y una comida al día, para que puedan dedicarse a lo que un niño debe de hacer y no tener que trabajar para conseguir esa comida diaria.

Pero esto y más cosas que viviré estos días lo dejo para el próximo artículo.

Hasta entonces y como siempre, mis mejores deseos para tod@s y…

¡Pura Vida!

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4 comentarios

    1. Hola Edu!!! Muchas gracias. Besos a toda la familia y amigos de la isla. Cuando termine el viaje quiero ir a veros, así que preparaos a una velada sin parar de comer, beber y hablar. Un abrazo muy fuerte.

    1. Hola Edu!!! Muchas gracias. Besos a toda la familia y amigos de la isla. Cuando termine el viaje quiero ir a veros, así que preparaos a una velada sin parar de comer, beber y hablar. Un abrazo muy fuerte.

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