Una de las ventajas de viajar sin prisas, es que puedes hacer paradas largas en cualquier lugar si tienes la oportunidad. En Huangshan la tuve y gracias a ello pude conocer a un montón de gente, no solo del país, también extranjeros como yo que están allí instalados, o bien estudiando, o bien trabajando. Huangshan fue el voluntariado más largo de los que he podido hacer hasta ahora, un mes y medio y dio para mucho y muy bueno. Por eso este relato es largo, aunque espero que os ayude a conocer a… mis amigos de Huangshan.
Philippe y Sakura
Ya mencioné a Philippe en el anterior artículo dedicado al voluntariado en esta ciudad de China. Philippe amigo de Joe, uno de los socios, colaboraba en el bar del hostel y fue a uno de los primeros que conocí, aparte de mis compañeros de trabajo. Una noche que preparé un arroz español (no le puedo llamar paella, porque no lo fue) vino con su chica Sakura Matata, una mujer genial y que me encantó desde el primer momento por su simpatía y dinamismo.
Philippe y Sakura me llevaron a los pocos días de llegar, a uno de los mercados de la ciudad y posteriormente Sakura, me enseño parte del centro, zona comercial y de bares y me explicó, entre otras cosas, que la arquitectura de la ciudad es única y se distingue de cualquier otra del país, algo que también me remarco posteriormente Fishfish que conoceréis más adelante.
Poco antes de Navidad, Philippe y Sakura se iban a Francia a pasar las fiestas y a su vuelta yo ya no estaría allí, por lo que prepararon una cena para despedirnos, a la que vinieron algunos de los que a continuación os presento.
Mattias
Una de las personas que mejor conecté y con el que tuve oportunidad de conocer la universidad y participar en una de las clases activamente fue Mattias, un húngaro que está estudiando en la escuela de cocina de la universidad de Huangshan, su padre es un gran cocinero y por lo visto quiere que continúe con sus pasos. Mattias conociendo de mi afición por la cocina, ya me había acompañado a comprar ingredientes para el arroz español, me invitó a vivir una de las clases y Sun, su profesor, después de esa primera vez, me invitó a volver cuando quisiese.
Así que volví y para corresponder a la amabilidad, hice una tortilla de patatas para que tanto el chef, como los alumnos la probasen, les gustó y la siguiente vez que me invitaron fue para que diese una clase mía de ¡como hacer una tortilla de patatas! en directo.
Fue una experiencia increíble y aunque al principio pasé nervios, la tortilla y la clase salieron bien, los más de 30 alumnos y el chef pudieron probarla y me aprobaron. Mi reto en el viaje de hacer las tortillas por el mundo, tomó una dimensión especial.
Mattias también me invitó a ver como se hacen los noodles que comía cada día hasta mi llegada a Huangshan, donde cambié al arroz que es más típico. Acudimos al restaurante de Wang Wei Wei, un conocido suyo que amablemente nos enseño y nos dejó practicar. Wang Wei Wei los hace en plena calle, por lo tanto nosotros también y durante nuestros intentos nos convertimos en la atracción de los chinos que pasaban por allí, que eran muchos, entre otras cosas porque el restaurante lo tiene prácticamente a las puertas de la Universidad. Experiencia divertida y entretenida, otra cosa es saber hacer los noodles con la maestría que Wang Wei Wei los hacía. Increíble el dominio de la masa y la fuerza que tiene que emplear en ello, no utiliza ninguna maquina y los hace artesanalmente, como pude comprobar al día siguiente cuando acudimos pronto comer al restaurante, momento en el que prepara la masa para todo el día, con varios kilos de harina a la vez.
Mattias celebró su cumpleaños en el bar del hostel, por lo que ese día amplié mi lista de contactos con bastantes nuevos amigos: coreanos, europeos o americanos que están allí estudiando como él. Cómo no, mi colaboración a la fiesta fue cocinar unas tortillas de patatas para unirlas a los demás platos que se iban a servir en la fiesta. Tras la diversión, a Mattias y a mi nos toco limpiar para dejar el bar preparado de cara al día siguiente. Después nos fuimos juntos a dar seguir con nuestra fiesta particular y Mattias me invitó a beber en una discoteca, que ya había conocido en mis primeros días. La diferencia en esta ocasión era que además de lo bebido en el bar, sume algunas cervezas que nos pusieron a nuestra disposición y, claro, pillé una borrachera como hacía tiempo. Cuando llegué al hotel no estaba en muy buenas condiciones y necesité el auxilio del baño un buen rato.
Y es que cuando llegas a la discoteca puedes pedir una mesa o un reservado con sofás, dependiendo de tu presupuesto y allí te llevan un montón de bebida y fruta o algo de comer. A nosotros nos trajeron unas 20 cervezas ¡para nosotros solos! aunque después apareció gente que comenzó a pillar y que yo miraba alucinado, aunque Mattias me dijo que en otras ocasiones él había sido invitado por ellos; las cervezas eran suyas, así que… Con la música también funcionan de forma distinto a España, donde el DJ se encarga de amenizar la noche sin parar. En China de repente paran la música y, o bien se monta un concurso para ver quien se lleva un carro de bebida gratis, o un desfile de chicas bailando o alguien sale a cantar en formato karaoke, es divertido y también chocante las primeras veces.
Que Xiao Ming y Shanshan
Una de las personas que también recordaré especialmente es Qe Xiao Ming, un amigo personal de Joe que pasó varios días hospedado en el hostel como compañero de dormitorio. Un tipo genial, divertido y muy buena gente. Es empresario y vive en Nanning. Él siempre tenía un detalle conmigo y sobre todo una sonrisa, no hablaba inglés, por lo que comunicarnos entre nosotros se hacía complicado a veces, aunque los gestos funcionaban genial. Qe Xiao Ming, me recomendaba que fuese a Nanning, Beiging o Shanghai que seguro que encontraría trabajo de DJ, camarero o cocinero, mis planes iban por otro lado, así que lo guardo en la recamara.
La primera vez que Qe Xiao Ming vino al hostel estando yo, lo hizo acompañado de Shanshan originaria de la isla de Hainan, al sur de China, y que estaba conociendo la China continental. Shanshan me traía algún día una tarta de queso que hacían en una pastelería cercana. El día que se fue me dejó como regalo una de ellas, aunque yo ese día me levanté tarde y como no pudimos despedirnos, pasados unos días y tras estar en contacto a través de las redes sociales, decidió volver a Huangshan de nuevo. Una grata sorpresa la que me llevé cuando me lo anunció.
En esa segunda visita Shanshan y yo nos fuimos a dar un largo paseo por el margen del río conociendo la otra parte de la ciudad, zona con cosas muy interesantes que ver entre ellas Huizhou, un pequeño barrio reconstruido con aroma a antiguo, museo incluido y rodeado de nuevas construcciones con rascacielos. Para acceder a él, antes has de visitar el muro Zaobi que muestra una parte de la historia china y es un ejemplo del orgullo que los chinos sienten por su país.
Shanshan tampoco hablaba mucho inglés, aunque podíamos comunicarnos y entre ella y yo se genero una complicidad que hacía todo más fácil. Una gran amiga, una chica especial para mi y que espero poder volver a ver en el futuro, quizás en su isla, o en el mundo.
Crystal y Sea
Entre todas las personas que conocí también hubo un grupo de chicas de la Universidad que un día vinieron a tomar algo al bar. Crystal y Sea días después me invitaron a un cumpleaños con varias de sus amigas que celebraron en una casa particular. Cocinaron un montón de buenos platos y, como no, yo participé del banquete con una de mis tortillas de patatas, que habían visto por fotos y tenían ganas de probar. Fui el único invitado ajeno al grupo de amigas, y aunque intenté que Mattias me acompañase, no pudo ser ya que el alquiler de la casa era para una número de gente concertado y el cupo se había cubierto conmigo.
Una de esas tarde tranquilas en el bar entraron dos chicas jóvenes de no más de 17 años, querían conocerme por ser extranjero y así practicar un poco su inglés, estuve un buen rato contestando a sus preguntas, a los pocos días volvieron para regalarme una lata de té para el viaje, fue un detalle, ya que aunque el primer día se habían comprometido a ello, tenía alguna duda de que lo recordaran, pero así fue.
Remi, Britta y Fishfish
Entre los extranjeros que trabajan o estudian allí hice buena amistad con Remi, un francés que siempre venía por el bar a charlar un rato y en una de esas ocasiones estaba acompañado de entre otros Britta una americana que da clases de inglés y habla un muy aceptable chino y su amiga Fishfish nacida en Huangshan, profesora y pintora. Fishfish sabiendo que sus dibujos me gustaron mucho cuando vi las fotografías, tuvo el gran detalle de regalarme uno el día antes de irme. Un dibujo que guardo con mucho cariño en mi mochila.
Con ambas pude conocer uno de los sitios mágicos e increíbles de la ciudad, que hasta entonces ni sabía de su existencia, lo peor es que estaba cerca del bar y de la zona que, sobre todo, recorría muchos días por estar en el centro, casi imperdonable si no lo veo, después de más de 45 días allí. Se trata del parque DaiZheng que todo el mundo conoce como el parque Huangshan y que diseñado por un matemático y astrónomo que le dio el nombre. Dentro del parque creó el lago Zhu Tang con técnicas de ingeniería hidráulica, una idea que tuvo para retener el agua en la ciudad y poder abastacerla.
Scot, Kate, Stephanie y Frank
Scot un americano que está estudiando y publica una revista para la universidad al que agradeceré que me ayudase con un VPN para conectar con las redes sociales y otras páginas web que en China están prohibidas, ya que la que estaba usando hasta entonces que me prestaron en Irán, dejó de funcionar un buen día y me impedía trabajar en el blog con normalidad.
Kate una checa que conocí en la fiesta de cumpleaños de Mattias y que volvió varias veces por el bar y como no a mi fiesta de despedida. Muy buen rollo con ella.
Stephanie que también conocí en el cumpleaños de Mattias y que un día que habíamos quedado para dar un paseo charlando, le propuse hacerme un entrevista para la televisión local que trabaja, hablando de mi viaje. A los pocos días me confirmó que su jefe le había dado vía libre y que podíamos quedar con sus compañeros: cámara y productor para hacerla. Quedamos una mañana que me tocaba abrir el bar, preparé un desayuno para todos ellos y después de charlar un buen rato en la terraza, me propusieron dar un paseo por la ciudad para grabar recursos y de paso seguir con la charla. Creo que la entrevista se emitió, pero yo ya no estaba en la ciudad. Stephanie se comprometió a enviármela y la he pedido en alguna ocasión, aunque de momento no he tenido éxito en mi solicitud.
Frank, un chino nacido en Pekín y que cambió de residencia para tener más paz y tranquilidad en una ciudad más pequeña, menos contaminada y hacer negocios, apreció mi forma de cocinar y me propuso volver a Huangshan el próximo verano para trabajar en la cocina de su nuevo restaurante. En Huangshan los negocios de hostelería nacieron hace realmente poco, según me contaron fue siete años atrás y él con buen olfato para los negocios, montó un bar la calle Tunxi, que es el centro antiguo e histórico de la ciudad. Un lugar concurrido, aunque como ya conté, en la época en la que fui durante los últimos meses de 2014, es temporada baja, las temperaturas suelen estar por debajo de cero muchos días, y no pude apreciar realmente hasta que punto la ciudad es un punto de referencia turística en China.
La fiesta de despedida
Con todos ellos organicé una fiesta en el bar del hotel para poder despedirme y de paso invitarlos a que comiesen de nuevo mi tortilla de patatas y las bolas de arroz Fei Fei que había creado en uno de esos días inspirados de trabajo. Sunni y Fishfish me ayudaron en la cocina a preparar la cena. Estuvieron casi todos y alguno más que os presento a continuación: Jongwoo Kim y su chica Dasoni Kim coreanos, estudiantes de la universidad, con un humor muy sano y divertido y que cuando comían mi tortilla, lo hacían con verdadera pasión.
TuTu del que ya os hablé en el primer artículo dedicado a Huangshan y que se quedó junto a Brita, Scot y Sunni, mi compañera de trabajo, hasta más allá de las 2 de la madrugada, algo inédito en el casi mes y medio que pase trabajando en el bar, que solía cerrar solo alrededor de las 11.30 pm.
Una sorpresa que me llevé fue que Stephanie vino a la fiesta acompañada de su amiga Star, pastelera profesional y que preparó una tarta para mi despedida. Una pena no tener fotos de la tarta, las hicieron en la fiesta, pero no las he podido recuperar.
Me encantan mis amigos de Huangshan
Con casi todos ellos mantengo un contacto más o menos habitual, que me ayuda a mantener viva la memoria de mi paso por esta preciosa ciudad que me acogió y me trato especialmente. Espero de verdad volver algún día, sino es para trabajar para y con Frank, para hacer una visita y porque no, preparar otra fiesta, en esta ocasión para celebrar un reencuentro que me apetece tener con todos y cada uno de estos nuevos amigos. Gracias a tod@s por este tiempo magnífico que pasé con vosotr@s. Hubo más, entre clientes y personas que fui conociendo en este tiempo, siento no mencionarlas, pero no da para más.
La siguiente historia será sobre mi voluntariado en Dongguan, donde llegué en tren, gracias a Joe y Edison que cumplieron su palabra de pagarme el transporte el día de mi partida. En Dongguan trabajé en una granja escuela y de nuevo una familia me abrió las puertas de su casa y su corazón. Pero esto es otra historia que contaré en breves.
Hasta entonces y como siempre…
¡Pura Vida!
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