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cinco años de la vuelta al mundo
Cinco años de La Vuelta al Mundo Sin Prisas… y el viaje continua (1)
Un resumen repasando algunos detalles importantes del viaje, desde el día que comenzó un 15 de marzo de 2014 hasta hoy. Cumpliendo el quinto aniversario de La Vuelta al Mundo Sin Prisas. Primera parte: de España a China por tierra.

Cinco años de La Vuelta al Mundo Sin Prisas… y el viaje continua (1)

Un resumen repasando algunos detalles importantes del viaje, desde el día que comenzó un 15 de marzo de 2014 hasta hoy. Cumpliendo el quinto aniversario de La Vuelta al Mundo Sin Prisas. Primera parte: de España a China por tierra.
cinco años de la vuelta al mundo

Muchas ilusiones, ganas y un espíritu fuerte me acompañaban hace cinco años cuando ponía en marcha La Vuelta al Mundo Sin Prisas. El viaje se había gestado en los últimos meses del año 2013, en una masia en Barcelona, donde había podido recuperarme de mi debilidad y forjado un nuevo yo. Y aquel 15 de marzo de 2014 por fin arrancaba.

Quien me lo iba a decir. No el hecho de haber cumplido el 5º aniversario, sino que lo imaginado por mi, iba a ser superado en mucho por la realidad.

El viaje que comenzó acompañado, en Eslovenia se tornó en solitario, y aunque el miedo o el respeto a lo desconocido pesaba, no llegó a ser un impedimento para seguir adelante. Todo lo contrario, descubrí una forma de viajar que nunca hubiese imaginado iba a ser tan alucinante -y recomendable-. Viajando solo, pero nunca sintiéndome un viajero solitario.

En este y los siguientes capítulos haré un pequeño repaso de lo vivido por años hasta el día de hoy 15 de marzo de 2019.

Año 2014: Entre España y China

Me había informado, tenía las cosas claras, pero también dudas. Los inicios no son fáciles y la intoxicación informativa genera miedos y prejuicios que afortunadamente se van derrumbando conforme avanzas y ves la realidad.

Europa del Sur

Primer continente que cruzaba, fue en todo momento seguro. Comencé a disfrutar del viaje desde el inicio y las diferentes situaciones que se presentaban y podía resolver, aumentaban mi confianza en el proyecto.

Las personas que iba conociendo también me reforzaban. Me estaba dando cuenta que empatizaba con la gente como nunca antes lo había hecho. Así mismo todas las habilidades que había podido aprender durante mi vida, me estaban sirviendo para salir adelante. Y sumaba nuevas a mi repertorio, que me iban a venir muy bien en el futuro.

Crucé Francia por la costa mediterránea hasta Italia haciendo mis dos primeros voluntariados en el viaje. Desde Sassello en Génova, llegué a Nápoles pasando por La Toscana, Roma y volví a subir hasta El Veneto, visitando a viejos amigos y conociendo a nuevos. Muchos de ellos se convirtieron en parte importante del viaje por su hospitalidad.

Los Balcanes -incluida Bulgaria, última frontera europea- me sorprendieron y me causó especial alegría poder visitar todas las repúblicas en las que se había desmembrado Yugoslavia. Descubrí que la mayoría de sus habitantes añoraban la unión que habían tenido durante gran parte del siglo XX. Habían sido fuertes y con una prosperidad que ya no vivían. Kosovo, el país más joven de Europa, no fue tan peligroso como decían y me sorprendieron las restricciones que les han impuesto a sus habitantes para viajar.

Kosovo y Macedonia, han sido los únicos países, hasta la fecha, donde no pude cumplir con mi reto de hacer tortillas de patatas en cada país que cruzase. Así mismo Macedonia ha sido el país donde menos tiempo he pasado: 12h.

Y tanto Mónaco como El Vaticano, son los lugares que pondría en la lista de decepciones del viaje hasta ahora. El primero por el desprecio a las personas que no tienen un estatus económico alto por parte de la policía, o de aquella policía con cara de perro mal criado, a la que pregunté. El segundo por las malas vibraciones que recibía. Me encanta visitar templos religiosos sea cual sea el dios al que rindan pleitesía, aunque no crea en ellos. Pero en la Plaza de San Pedro no sentí, para nada, la paz que estos ‘lugares sagrados’ suelen transmitir. Más bien todo lo contrario: perplejidad e intranquilidad.

Turquía

Los países musulmanes que tenía que comenzar a atravesar: Turquía e Irán, eran la joya de la corona de los prejuicios. Sin embargo en ambos casos rápidamente sus habitantes me demostraron que no tenía nada que temer. Al contrario, su solidaridad, amabilidad y generosidad supusieron una lección que aprendí bien y me ayudaría en los siguientes pasos.

Sorprendente era cuando en alguna parada con el autobús donde viajaba, para descansar y tomar algún refrigerio, eran ellos los que pagaban mi factura mientras yo estaba despistado o en el baño.

En Turquía entraba en Asia, el segundo continente que atravesaba el viaje y recorría desde Estambul a Fethiye en el sur. Visitaba Antalia, Konya y Ankara viajando en autobús y tren -el único que pude utilizar en Turquía- al oeste del país. Llegué a la Capadoccia en el centro y bajé hasta Sanliurfa, haciendo tiempo para recoger el visado iraní en el consulado de Erzurum, donde me despedí del país al este.

En Turquía conseguir el visado fue fácil. En la misma frontera lo pude comprar. Siempre es mejor hacerlo por anticipado a través de la web, para que los tramites al llegar sean más rápidos y hasta ahorrar una pequeña cantidad de dinero. Son varias las webs que te ofrecen los servicios, pero desde la oficial también lo puedes hacer y quizás sea más barato.

Irán

El visado a Irán fue más costoso de conseguir, básicamente porque hay poca información, las gestiones has de hacerlas a través de una página web y en la embajada iraní de Estambul, no te ayudan mucho con las pistas para encontrarla. Como yo pasé por el trámite, aquí tienes la dirección para solicitar tu visado a Irán. Te aseguro que el viaje será uno de los más recordados en tu vida, si algún día decides visitarlo.

Teherán me sirvió, además de para conocer la cultura y hospitalidad persa, para conseguir los visados de los países de Asia Central que tenía previsto cruzar siguiendo los pasos de La Ruta de la Seda.

Tanto en Tabriz y Teherán, como en Mashhad, ciudades por donde pasé, tuve la ayuda de los iraníes, que en algunos casos superó cualquier idea que podía tener creada sobre la generosidad. Así mismo en la calle, era habitual que alguien me parase y me diese la mano agradeciendo la visita a su país o para charlar y practicar su inglés.

Asia Central

Turkmenistán fue en todo momento una sorpresa. El visado difícil de conseguir y el paso de la frontera complicado. Hay que pagar 12$ por el registro de entrada, algo de lo que nadie avisa, y puede complicarte la vida si no los llevas.

Tuve la suerte de ser acogido por Alberto y MariaVi, unos españoles que vivían en Asjabat, a través de Couchsurfing. Antes, en la frontera, Azat, fue un aliado imprescindible para poder moverme y llegar a la capital. O conocer algunas reglas que a nosotros nos parecerían ridículas, pero que allí se aplican: los coches sucios no pueden transitar por el centro bajo amenaza de multa –dejan que lo laves en la puerta de tu casa- o fumar en las avenidas principales está prohibido –y es la misma gente la que te denuncia-.

En Turkmenistán estuve los cinco días permitidos y entré y salí del país por los pasos fronterizos que había señalado durante la tramitación del visado, que es obligatorio. Llegué a Uzbekistán el día previsto gracias al funcionario del consulado turkmeno en Mashhad –Irán- que me abrió la puerta el sábado por la tarde para entregarme mi pasaporte.

En Uzbekistán tenía un mes para visitar el país, sin embargo a diferencia de Turkmenistán, aquí los Couchsurfers que me habían aceptado no podían acogerme en sus casas, ya que la ley no permite alojar a un extranjero. Así que tuve que ir de hosteles. Al salir del país, es posible que te pidan los recibos que cada alojamiento te entrega cuando haces el pago y que sin los cuales podrían multarte. Yo los tenía, pero no me los pidieron.

La llegada a Kirguistán fue un alivio. No hace falta el visado, solo el pasaporte en regla y espacio para poner los sellos de entrada y salida. Los Couchsurfers pueden acogerte en su casa, puedes vivir una buena aventura en la frontera y es un buen lugar desde el que tomar impulso para cruzar a China.

Desde Irán hasta Kirguistán, el tema de sacar dinero en un cajero para un extranjero está bastante restringido. En Asjabat (Turkmenistán) y Taskent (Uzbekistán) solo en el banco estatal. En Osh (Kirguistán) es posible en varios bancos, pero en Irán es imposible tanto la extracción, como el pago en los comercios, en cualquier lugar del país. Así que tienes que llevar todo en efectivo y cambiar allí por su moneda.

China

Los trámites no se me hicieron difíciles en Teherán para conseguir el visado chino. Me ofrecieron 90 días. El doble de lo que yo solicitaba. Quizás un español en Irán, mereciese viajar por China sin prisas, por estar en tierras aliadas y poco visitadas.

En China volví a compartir el viaje durante un tiempo. Anna, una chica china que me encontré en el hostel de Turpán, me propuso continuar el viaje juntos por su país y conocer algunos voluntariados que yo tenía previstos.

Cuando la conocí fue un flechazo. No solo por su belleza –que me cautivo-, sino también por su inteligencia y ganas de vivir aventuras. Conocimos parte de su país y conocedora de su idioma y hablando inglés, facilitó nuestros movimientos por las diferentes ciudades que visitamos. Anna se convirtió en un amor platónico.

En los tres voluntariados que hice en China, los anfitriones colaboraron con el viaje, pagando parte o la totalidad de los tickets de tren, que usé mayoritariamente. La mejor forma de viajar en un país con distancias tan largas. Aunque los autobuses también están bien preparados. Incluso la policía me ayudó con una tanqueta antidisturbios a cambiar entre estaciones de tren en Dongguan. Despedí el año -9 meses y medio viajando- en el Cantón con un balance muy positivo y mis fondos propios agotados.

En HuangShan, ciudad donde estuve un mes y medio en un voluntariado, me invitaron a enseñar a hacer la tortilla de patatas en el aula de gastronomía de la universidad para los alumnos de la carrera. Fue la cumbre de la tortilla de patatas de La Vuelta al Mundo Sin Prisas.

Año 2015: El Sudeste Asiático

Eran primeros de 2015 y el día 7 de enero tenía que cruzar a Vietnam, pero había un problema con el visado ya que me había equivocado en mis cálculos. Tuve que llegar a la frontera a toda prisa, sin dinero y con la idea de convencer a los funcionarios fronterizos en China o en Vietnam, de que era un despiste por confundir 90 días con 3 meses, e intentar no pagar más por la tontería.

El Sudeste Asiático lo recorrí durante 358 días del año 2015 y las experiencias, culturas y gentes que conocí alimentaron mi espíritu y creatividad. Pero esto lo dejo para el siguiente capítulo de esta serie de artículos dedicados a mi 5º aniversario viajando… sin prisas.

Hasta entonces y como siempre…

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