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Un paseo por Laos: otro viaje de ida y vuelta a Tailandia

Un paseo por Laos: otro viaje de ida y vuelta a Tailandia

Cruzar la frontera entre Tailandia y Laos es sencillo, los dos países mantienen excelentes relaciones y los pasos entre ambos son ágiles y fluidos.

El autobús desde Phayao salía a mediodía, algo que me venía bien para poder despedirme de mis nuevos amig@s hechos durante esas dos semanas trabajando de voluntario y viajar descansado. Sabía que el trayecto posterior por Laos iba a ser algo duro, pero no imaginaba que iba a ser tan duro, como pude comprobar después. Esta es la historia de ese viaje y de mi paseo por Laos, otro viaje de ida y vuelta a Tailandia, al igual que ocurrió con Myanmar.

Hacia la frontera tailandesa/laosiana

Salía sobre las 12.45 de la tarde camino Chiang Khong. El autobús paró varias veces en el camino para recoger gente y que otros fuesen bajando en sus destinos. En un momento dado escuché ‘Lao’, pero no estaba seguro si había llegado a mi destino, creía que debía de bajar más adelante; gracias a que había dos chicas americanas viajando en el mismo autobús, supe que la frontera esta dividida en dos pasos diferenciados: uno para los extranjeros y el otro para los naturales de ambos países, según me contaron y, el autobús seguía ruta hacía la segunda. Con ellas compartí el tuctuc que nos llevaría hasta la misma puerta de salida de Tailandia.

En la misma frontera los procedimientos habituales para el sellado del pasaporte abandonando el país y en esta ocasión había que comprar el ticket para un autobús que cruzaba tierra de nadie, que son unos 5-6 Km. hasta la frontera laosiana. No estaba permitido hacer el recorrido por ti mismo andando. Este autobús normalmente tiene un coste de 20 baht, pero a esa hora eran 25 baht. Algo parecido en la frontera laosiana, donde tienes que pagar 10.000 kip más por el visado al llegar a esa hora, sobre las 19h, aunque ambas están abiertas hasta las 22h.

En la entrada de Laos la cosa es sencilla, pagas 35$, te sellan el pasaporte y pegan el visado y puedes cruzar tranquilamente. La primera ciudad es Huay Xai a la que tienes que llegar en transporte público ya que hay una distancia de unos 10Km, en este caso elegimos el tuctuc de nuevo, otros 25.000 kip. Mis compañeras de viaje tenían una reserva hecha en un hostel del centro de la ciudad, yo sin embargo esperaba encontrar algo barato al llegar.

Barajando la opción de quedarme, al calcular el coste total para ir en barco lento por el Mekong desde Huay Xai hasta Luang Prabang con esa noche de espera en el hostel, más otra a mitad de camino y añadiendo las comidas, comprobé que el precio era demasiado para mis opciones en este viaje y aunque resultaba muy romántico pensé que mejor ahorrar y dejarlo para otra ocasión. Con este detalle decidido, le pedí al conductor del tuctuc que me llevase a la terminal de buses y allí intentaría subirme al primer autobús que saliese hacia Luang Prabang. Tuve la suerte de que a los 15min había uno, así que compré el ticket por 450 Baht (en las fronteras suelen aceptar dinero de ambos países) y me dispuse a hacer el viaje por carretera. Fueron alrededor de 12h.

El viaje a Luang Prabang

El autobús iba medio lleno, sobre todo de extranjeros mochileros. Durante los primeros kilómetros todo fue bien, el conductor iba rápido para lo que es normal en estos lares y aunque parecía que íbamos a tener un viaje placentero, nada más alejado de la realidad. De pronto entramos en las montañas y la velocidad del autobús, sumado a que no era un último modelo y esto unido a la carretera de montaña, hizo que el viaje pareciese de nuevo un rally, recordándome el viajé entre Bujará y Samarkanda en Uzbekistán. Ibamos de lado a lado del asiento, dando bandazos y eso cuando quieres ir conciliando el sueño es poco apropiado. A partir de un punto, con velocidad más moderada y en el que yo ya había comenzado a recostarme entre mis asientos y los del otro lado del pasillo, las curvas de la montaña cambiaron por caminos que van uniendo los distintos pueblos de esta parte de Laos y que están hechos para animales, el rally continuaba y hacía más duro, si cabe, el recorrido.

En una de esas paradas, de nuevo en la carretera, en mitad de la noche pregunté a un miembro del staff cuando haríamos la parada habitual para cenar algo, eran ya más de las 10pm y tenía hambre, lo último que había comido fue en Phayao antes de salir a mediodía. El muchacho me contestó que no había parada de tal tipo y que además no conocía donde podrían encontrar un lugar abierto para comer en todo el camino. A partir de ahí tome conciencia de que pasaría el ayuno obligado, sin más.

La llegada a Luang Prabang fue de madrugada, sobre las 5.30am y sintiendo el cuerpo como si le hubiesen dado una paliza. Con la mochila a mi espalda pregunté a una pareja de suecos, Elin y Viktor, por la opción de compartir el tuctuc y llegar juntos al centro de la ciudad, por supuesto accedieron y los tres buscamos un hostel: yo donde pasar ese día, que aunque no era mi intención otro viaje similar hubiese acabado conmigo y ellos para pasar varios días.

Luang Prabang

Ya en el centro de la ciudad en el hostel que nos había dejado el conductor del tuctuc y que Elin y Viktor habían buscado en la web estaba completo, así que nos encaminamos andando a buscar otro no muy lejos de allí. En Luang Prabang, además de algunos hosteles que están repartidos por la ciudad, en algunas calles próximas al río Mekong, la mayoría de las casas que hay son guest house acondicionadas muy bien para recibir clientes. En el primero que encontramos tuvimos que despertar al encargado, ellos tenían una habitación libre, doble y por 100.000 kip, para mi era demasiado y además tenía que esperar hasta tener libre una individual más allá del mediodía. Seguí por la calle y pregunté en varios, los precios oscilaban entre 150.000 kip y 180.000 kip, más caros todavía, por lo que continué la busqueda hasta que al final de la calle encontré uno por 90.000 kip y con una habitación disponible en ese momento, no abarataba mucho, pero la idea de seguir buscando no me gustaba nada, estaba más que agotado, así que allí me quedé a descansar.

Por la noche quedamos y fuimos juntos a cenar, una calle donde encuentras varios puesto callejeros de comida y que por 15.000 kip ofrecen un buffet variado y sobre todo con ¡vegetales! buen sitio para llenar el estomago. A la vuelta a su hostel compré el billete de autobús hasta Vientián, eso hizo que Shomphong, el encargado, accediese a cederme la cocina al día siguiente mientras esperaba la salida del autobús nocturno y así poder hacer mi tortilla de patatas para invitar a mis nuevos amigos, los cuales ya conocían mi reto alrededor del mundo de hacerlas en todos los países de mi ruta. Shomphong y su hermana, que me ayudo en la cocina también la probaron y a todos les gustó para mi alegría.

Una de las cosas que incluía el billete, además de la cena (esta vez sí), era el traslado hasta la terminal de autobuses que está alejada del centro, previo pago de 20.000 kip. Cuando volví a por el transporte por la noche, tras un paseo por la ciudad con Elin y Viktor, Shomphong no estaba y el otro encargado no quería facilitármelo, así que me tuve que poner serio y exigir lo acordado, aunque no me sirvió de mucho, solo perdí el tiempo y el buen humor, que hacía que también pudiese perder el autobús y mi estabilidad emocional, así que decidí irme por mi cuenta y olvidarme del tema.

Finalmente pagué 25.000 kip tras unos minutos de negociación que comenzaron en 80.000 kip con el conductor del tuctuc. Llegué con tiempo y me alegré de ver que el autobús tenía mejor pinta que el de la frontera y parecía más cómodo para viajar, que aunque así era, la fiesta particular que el conductor tenía montada en la cabina con su música a tope durante todo el camino, hizo que apenas pudiese conciliar el sueño, por lo que de nuevo llegaba a mi destino con las neuronas agotadas y el cuerpo dolorido.

Vientián

Nada más llegar a Vientián, era de día, busqué la manera de llegar hasta el hostel y tratar de acostarme cuanto antes para descansar y aprovechar lo máximo el resto del día ya que era muy temprano, pregunté a un conductor de tuctuc y por 25.000 kip me llevaba, acepté y al rato, cuando cargó más clientes, arrancamos hacía la ciudad. Sin embargo cuando llegué al hostel y tras tomar un par de cafés haciendo tiempo para registrarme, la manager del hostel me dijo que tendría que esperar hasta las 12.30h para poder entrar en mi dormitorio. Esto me hizo aumentar la dosis, primero de cafeína, con un coste de 5.000 kip la taza, que hasta entonces no había pagado y después de teína que salía gratis. También pedí un desayuno, que aunque estaba incluido en el precio de la habitación: 47.000 kip, esto era a partir del día siguiente, así que tuve que pagar 25.000 kip extras. El desayuno me pareció caro, al igual que el resto de comida que ofrecían en el hostel y también la bebida, comparándolo con los precios de los puestos callejeros, he incluso con los restaurantes modestos de la zona.

La mañana dio para más y conocí a unas chicas canadienses, una de ellas viajera como yo y su madre que había comenzado hace unos meses a recorrer el Sudeste asiático acompañándola y que salían esa mañana con destino Vietnam junto a dos amigas más. Luego apareció Viktor, un húngaro con el que congenié y fuimos a comer a un bar cercano más tarde, aunque, sinceramente, no acerté en la elección.

Antes de ir a comer con Viktor había podido ocupar mi cama y dejar la mochila guardada, fue sobre las once, adelantando el horario que en principio me habían dicho. En el dormitorio en ese momento estaba Frank que esperaba a un amigo suyo que llegaba a la mañana siguiente desde Holanda, su país, para irse juntos a Tailandia. Con Frank también hice buenas migas y coincidimos en varias ocasiones en la terraza del hostel además de la primera noche juntos, recorrer los alrededores del hostel y cenar algo. Poco más que hacer el primer día, trabajé con el ordenador en algunos momentos y descansé lo que pude, al día siguiente aprovecharía para conocer mejor la ciudad.

Por la mañana del segundo día fui a comprobar el coste de llegar hasta Bangkok, en el hostel había preguntado y en tren nocturno con litera, desde la misma puerta del hostel me salía por 1.500 Baht, algo que me pareció excesivo. Efectivamente haciéndolo de independiente y buscándome la vida por mi mismo, iba a ahorrar bastante dinero.

El autobús para cruzar la frontera de Tailandia y llegar a Nong Khai, costaba 15.000 kip y al día siguiente 17.000 kip por ser sábado, sumándole el tuctuc para llegar con la mochila hasta la terminal al día siguiente 25.000 kip más y quedándome solo por despejar la duda de cuanto sería el tren hasta Bangkok, seguro que ya estaba ahorrando bastante dinero comparando la cantidad con la que me habían dado en el hostel.

En el paseo para llegar hasta la terminal de buses me acompañó David, que también estaba en el mismo dormitorio y tenía que recoger su visado para India. David vive en el norte de Laos trabajando para la Cruz Roja y tenía un tiempo de descanso que iba a aprovechar viajando. Pegado a la terminal está el mercado matinal, donde encuentras de todo y yo pude comprar las postales para enviar a los amigos que están apoyando el viaje, David compró unos libros para niños, ya que el acoge en su casa a dos y al no poder ir a la escuela, con esto, tenían una manera de aprender a leer y escribir su idioma.

Nos separamos en la terminal, allí conseguí saber los detalles para irme al día siguiente, a que horas tenía autobuses y cual era el coste, que ya he comentado antes. No pude comprarlo anticipadamente, tendría que ir pronto por la mañana antes de viajar.

En un momento me vi hablando con John, un británico que iba a Myanmar y también estaba esperando recoger su visado esa misma tarde y viendo sus posibilidades de viaje hasta Chiang Mai en Tailandia. No lo reconocí al principio, pero estaba compartiendo dormitorio en el hostel. Le conté todo lo que había podido aprender de mi viaje por Myanmar, intentando ayudarle para que no cometiese mis errores y salvase mejor las situaciones. Espero que me hiciese caso, se ahorraría un buen dinero.

Volvimos juntos al hostel y de paso entramos en un par de agencias de viajes para preguntar precios y horarios y visitamos algunas pagodas y templos budistas, con la suerte de que en uno de ellos se estaba celebrando una fiesta. Al entrar había música en directo y ofrecían comida y bebida gratis para todo el mundo, nos llevamos una grata sorpresa al saber que estábamos invitados.

Habíamos pensado que la fiesta era por el nuevo año budista que comenzaba el lunes, pero sin embargo se estaba celebrando el centenario del monje más longevo del templo y cualquiera que quisiese lo podía disfrutar. Estuvimos algo menos de dos horas por allí y pude comprobar de nuevo la alegría de los laosianos y su cariño con los desconocidos.

Por la tarde salí del hostel a comprar algunas cosas que necesitaba, solo había andado 200 mts y un muchacho joven en moto frenó delante de mi y me hizo las típicas preguntas, que contesté con las clásicas respuestas: soy español, estoy de paso dando la vuelta al mundo y me encanta tu país, cierto todo ello. Yet me invitó a acompañarlo con su amigo, también en moto, a tomar unas cervezas y conocer de cerca su gente y su ambiente.

Fuimos a un bar, no lejano, pero tampoco al lado. Allí pudimos beber cerveza y comer algo acompañados por otros amigos suyos. Fue un rato, porque al poco tiempo comenzó una tormenta que dejo el bar sin luz y decidimos movernos a la tienda de su chica a seguir tomando cervezas y charlar. En el bar, Yet, insistió en que me quedara unos días y viviese el nuevo año en Laos, me invitaba a pasar esos días en su casa, pero tras la visita a la tienda y cuando llegamos al hostel de vuelta, quizás porque la borrachera ya había bajado, no vi la misma intención y decidí continuar con el viaje y seguir camino hacia Tailandia, aunque la idea de Yet me había gustado y tentado a cambiar los planes.

Las últimas horas en Vientián fueron para después de tomar el desayuno por la mañana, salir a poner las postales en correos, algo que conseguí bajo la lluvia que caía intermitentemente desde la noche anterior. Tras esto tenía el tiempo justo para llegar de nuevo al hostel, coger mi mochila y salir hacia la terminal con el tuctuc para comprar el billete de las 9.30 am dirección Nong Khai en Tailandia.

El viaje de una hora y media fue cómodo y se pasó volando y al llegar confirmé que el coste total del viaje desde Vientián hasta Bangkok haciéndolo por mi cuenta me había ahorrado casi 1.000 baht, pagué alrededor de 520 baht (al cambio con los kip), con la diferencia de cambiar autobuses por tren.

Pero los detalles de este viaje y los días posteriores en Bangkok los contaré en el siguiente artículo. Hasta entonces y como siempre…

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