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Filipinas III: Viviendo Sorsogón y sus gentes
Pasé un largo tiempo en Sorsogón en el que pude conocer a amigos y familiares de Macky, así como ciudades con nombre español, herencia de la colonización.

Filipinas III: Viviendo Sorsogón y sus gentes

Pasé un largo tiempo en Sorsogón en el que pude conocer a amigos y familiares de Macky, así como ciudades con nombre español, herencia de la colonización.

Tras la llegada a Sorsogón y las presentaciones, las dos amigas de Macky y él junto conmigo, nos montamos en un triciclo en la estación de autobuses, desde allí llegaríamos a una parada de jeepneys que sería el que nos dejaría cerca de su casa. Sus amigas siguieron camino y Macky y yo fuimos a conocer a su familia, dejar mis cosas en su casa y yo también intentar descansar un rato, después del viaje que viví en el autobús desde Manila y que ya leíste en el anterior artículo.

Macky y su familia adoptiva

Macky y su familia son gente modesta y humilde, viven en un ‘barangay‘ o barrio llamado Abuyog, a las afueras de la ciudad, casi se puede considerar un pequeño pueblo, y su casa es una de las mejor construidas por lo que pude ver durante el tiempo que viví allí.

Son una familia unida, pero no es la familia de sangre de Macky. Quizás si sea la verdadera ya que siendo todavía un niño muy pequeño, su madre natural lo ofreció a ésta. Al parecer se separó del padre y necesitaba tener un poco de privacidad con su nuevo marido y sitio para los demás hijos. Aunque suene un poco mal, Macky no les guardaba ningún rencor y estaba encantado de la vida que le había tocado vivir, aunque este echo diferencial, a veces le resultase triste de aceptar.

De echo un día me invitó a conocerlos, no vivían a más de 500 metros, en la carretera hacía la ciudad en las afueras del barangay, y Macky les pidió que nos prestaran la moto para poder ir a ver lugares no muy alejados, como los pueblos cercanos de Juban y sus casas antiguas, herencia española en Filipinas; o Irosin donde visitamos la iglesia y el ayuntamiento; a la vuelta a casa, también las aguas termales cercanas.

El préstamo de la moto fue para un día y los siguientes si la queríamos a cambio de un alquiler que yo no podía pagar; así que decliné la oferta. Por otro lado tenía las ruedas tan desgastadas, que tal y como llovía esos días, hubiese sido un suicidio.

Marlyn, su madre adoptiva era una mujer encantadora y cariñosa, cada día para desayunar se había encargado de ir a comprar dulces típicos para tener que comer al levantarnos, para mi era ‘mamma’. Su padre adoptivo, Lando, al que yo llamaba ‘daddy’ un señor algo introvertido y serio normalmente, que cuando le daba a la cerveza o al licor, cambiaba radical y se ponía divertido, diciéndome todo el rato lo que me quería y cuyo nombre coincidió con el del tifón (conocido como Koppu internacionalmente) que azotó el norte de Luzón durante mi estancia dejando varios muertos y muchas personas aisladas a su paso.

Su hermanastro David, que comparte como Macky su homosexualidad y también muy divertido y por último Elma, su tía, que el día que llegué me hizo un masaje que me recupero de mi trabado viaje en autobús, algo que repitió en un par de ocasiones más y que le agradecí enormemente y a la que decidí llamar ‘mama Elma’.

Me encantaba la frase que ambas repetían cuando había cocinado para la familia y ellas probaban mis platos «I forget my name!» lo que significaba que les encantaba y los estaban disfrutando. Siempre con una sonrisa en la cara y siempre con una palabra amable que ofrecerme.

Marlyn al igual que ‘mama’ Elma tienen unas pequeñas tiendas de alimentación y ultramarinos y el sueño de la primera es convertirla en un súper más grande en cuanto pueda. Daddy fue conductor de jeepneys y ahora jubilado se encargaba de muchos que haceres de la casa.

David es profesor de inglés, muy divertido y un ligón, yo le llamaba ‘puto’ cada vez que me enseñaba su nuevo ligue y era motivo de unas risas entre toda la familia. Entre él y su madre Marlyn se están encargando de pagar los estudios de Macky. Por último Arlene, una de las hermanas que vivía cerca de ellos, aunque no tuve mucha relación con ella, si que la visitamos en alguna ocasión en su casa, casada y con dos hijos. Por último la más mayor que no conocí porque vivía en Manila y nunca coincidimos.

En cuanto a la familia de sangre de Macky, era muy numerosa, se mostraron muy atentos conmigo, excepto el detalle del alquiler desorbitado por la moto. También conocí a los abuelos, la tía y la guapa y tímida prima Sierra, a los que visitamos el mismo día que usamos la moto. El abuelo un cachondo muy divertido y con muy buenas vibraciones. Ellos también regentan un negocio de ultramarinos casi en la ciudad de Sorsogón.

Visitando la provincia de Sorsogón

Cuando le conté a Macky que escribía el blog y que también colaboraba para una web de viajeros, se volvió loco y quería enseñarme toda la provincia, por otro lado muy interesante con las ciudades de Legazpi, Barcelona, la misma Sorsogón o el imponente volcán Bulusán, entre otras cosas y sobre todo iglesias, normalmente católicas, en cualquiera de las ciudades.

No pudimos ir a ver todo, de nuevo el presupuesto no llegaba, ya que yo me encargaba de pagar tanto mis viajes como los suyos y eso agotó antes de tiempo el dinero que podía gastar sin hacer peligrar otros gastos necesarios como la comida que compraba, para corresponder a la hospitalidad de la familia, o mi viaje de vuelta a Manila.

Además, me surgió un imprevisto en los últimos días: una muela me empezó a dar guerra y un día me levanté que me quería morir, así que sin dudarlo fui acompañado de Macky a una dentista. Entre la extracción y la medicina para el postoperatorio se comió lo que guardaba para el ticket del autobús de vuelta: casi 700 pesos (poco menos de 14€) muy barato para lo que cuesta hacerte lo mismo en España, pero una fortuna para mi en aquel momento.

Al final pude salir adelante con la ayuda de esos amigos españoles, que casi siempre llega en estos momentos difíciles del viaje y que a través de las postales, me echan una mano y yo les envío un pequeño recuerdo del viaje. Que por cierto, en Filipinas, me costó encontrar con la calidad suficiente que busco, pero que al final pude salvar con la visita a varios comercios.

En este punto no me extiendo mucho, ya es suficientemente largo el artículo, explicando lo que pudimos visitar, ya que puedes verlo por ti mism@ en la web de Minube, donde escribo de todos esos lugares que visito y en Filipinas fueron muchos, incluido Sorsogón. Te invito a visitar mi perfil en la web y si te gusta darte de alta.

Los amigos de Macky

También conocí a algunos de sus amigos y amigas. Dos trabajaban en el ayuntamiento de Sorsogón y con Arlene, una de ellas, todo fue sobre ruedas, siempre atenta y simpática; con la otra, Jackye, el primer día encantadora, pero en otra de nuestras visitas al ayuntamiento me ofreció ir a beber unas cervezas todos juntos al rompeolas, encargándome yo de comprarlas y obligado por mis circunstancias, le tuve que dar la negativa, no tuve más noticias de la reunión. Desde ese momento decidí seguir siendo amable, pero poco más que eso. Además me pidió unos pocos pesos prestados, con la promesa de devolución que nunca más menciono y aunque no los hubiese aceptado, no me gustaron ambos gestos en la misma tarde, me sentí un poco el ‘dólar con patas’.

Una noche, si que nos animamos junto con otros dos amigos y una amiga suya distinta a salir a tomar algo, con la condición de que solo me hacía cargo de mi gasto. Macky finalmente me pidió un préstamo para pagar sus bebidas y nunca hizo amago de devolverlo, siendo sincero me dejó algo tocado el detalle.

Seguimos la noche y terminamos en un local a modo de afterhours, pero no tan avanzada la noche como en España en ese tipo de locales. La dueña del bar me vio tan animado y que incluso bailaba, todos estaban sentados, que la última cerveza que me tomé me dijo que era invitación de la casa. No se si era habitual, pero esa noche había un grupo tocando en directo, no lo hacían nada mal, versioneando canciones.

Aquí los bares no son como nosotros los conocemos, donde un DJ pone música y los demás se divierten con sus amigos, en Sorsogón y supongo que en el resto del país, son karaokes, donde los clientes eligen canciones sin parar y cantan, algunos son buenos, pero otros tienen muy poca vergüenza y aunque pasé momentos divertidos, también los hubo de bochorno ajeno. Yo no me animé, aunque lo pensé con la canción My Way de Cole Porter, que hizo popular Frank Sinatra, pero en la versión de Sid Vicious, ya que mi voz no hubiese dado para más.

Para poder trabajar con el blog y contar en Minube lo que estaba viendo por allí y que tuviese interés turístico para otros viajeros, me tenía que conectar en los cafés del buyangay, uno abierto por la mañana y que dirigía Celine, una prima de Macky muy simpática y trabajadora y otro abierto por la noche, donde sobre todo se juntaban algunos jóvenes a jugar con los ordenadores. En ambos casos, conexiones baratas y que no funcionaban muy bien, pero mejor que nada desde luego que era.

Como uno de los pocos extranjeros que andaban por allí y al que vieron durante tanto tiempo, al final ir por la calle era hacerlo por el barrio de toda la vida y todo el mundo saludaba.

Pasando mis últimos días en Sorsogón

En mis últimos días llego un nuevo couchsurfer, Tomoya de Japón, al que llamábamos Tom. Muy buen rollo con él y me pasó algún contacto de Nueva Zelanda, donde había pasado unos meses, por si me ayudaba a encontrar trabajo y sacar algún dinero para seguir con el viaje más holgado de presupuesto. Cuando yo me fui el siguió por unos días más. Estando con él y el fin de semana antes de irme, la iglesia de Macky celebraba el 21 aniversario, ellos son protestantes a diferencia de la mayoría de filipinos que son católicos, nos invitaron y por respeto fuimos, aunque ninguno estaba interesado en el tema religioso.

Por la tarde fuimos a unas piscinas termales con la familia para pasar el resto de la jornada en remojo. Llenamos un jeepney y tuve la experiencia de ir en el techo del vehículo, algo que había visto hacer en Sorsogón, en Manila sería mucho más peligroso, y que me divirtió. Tuve otra perspectiva de carreteras que había podido recorrer esos días y sacar la foto del volcán Bulusán desde una altura mejor, con lo que aún me pareció más imponente.

Por último tuve la fortuna de vivir el festival de Pili, una nuez originaria de Filipinas y que da muchos dividendos al país, quizás por ello la veneran en esta zona, llegando a tener monumentos en varias partes de la ciudad y con la que hacen dulces y salados, para todos los gustos.

El festival era una especie de carnaval, que varias comparsas de distintas ciudades y pueblos preparan durante el año para mostrarse ese día y que quiere celebrar el éxito en la cosecha de los productos que producen: sobre todo arroz. Comienza con un pasacalles a la hora más calurosa del día, inhumano para los que desfilan y termina en la plaza Rizal con la muestra de cada una de las coreografías que se presentan. Color y música.

Durante el tiempo que estuve en casa de Macky, David estuvo preparando un aparatoso traje dorado, con un gran y aparatoso tocado para la cabeza y adornos en el traje, me comentaron que lo estaba preparando para un desfile en un colegio de Gubat, un pueblo cercano.

El evento se celebraba dos días antes de irme yo y me invitaron a vivirlo, pagando la entrada de 10 pesos cada uno. Cuando llegué fui de nuevo la atracción, ya que era el único extranjero y quizás por ello también me ofrecieron ser jurado. No me resistí  y acepté encantado.

Sabía que me lo iba a pasar bien y sobre todo iba a poder verlo en primera fila y sin aburrirme. Para terminar también entregué algún premio. La vuelta a casa era a medianoche y la única alternativa era un taxi, igual a 150 pesos, no podía pagarlos, así que fuimos andando los 10 km que teníamos por delante para llegar. Finalmente a mitad de camino, un triciclo con una chica paró y nos acerco hasta casa por 20 pesos.

En definitiva, unas vivencias de varios días, intensas, agradables y a veces tensas, pero que disfruté y donde conocí a gente espectacular y cariñosa. También me descubrí un poco más de mi mismo y mi carácter, que a veces no es el mejor, pero que aprendo afortunadamente a controlar cada vez más, en esas situaciones que me ponen al límite de mis capacidades.

El siguiente capítulo será mi vuelta a Manila y los días que pasé allí, colaborando como voluntario con Bianca, conociendo nuevos couchsurfers y viendo sitios que no llegué a ver en la primera visita a la capital filipina.

Hasta entonces y como siempre…

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