El día anterior nos habíamos movido de la marina de Apia hacía la bahía Faga-loa, en la isla Upolu a unas 40 millas marítimas.
La idea era quedarnos por unos días, pero el mar no estaba para que el barco pernoctase allí con nosotros dentro, según me dijeron tanto Horst, el capitán, como Ingrid, mi compañera de tripulación, que ya tienen experiencia en estos temas. La verdad es que el barco parecía el cascarón de una nuez en el mar, moviéndose de lado a lado. La vista desde la lancha acercándonos a él era reveladora.
Por ello Horst decidió volver a Apia, aunque al llegar de noche, nos quedamos anclados en la bahía y al día siguiente volveríamos a atracar en el embarcadero deportivo donde habíamos estado hasta esa mañana.
Espero que disfrutes del vídeo y las imágenes del amanecer que pude tomar al despertar, temprano por la mañana.
Gracias por estar ahí y seguir mi pequeña aventura.
¡Pura Vida!