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Cómo preparar una vuelta al mundo y cumplir un sueño. Parte II
En esta segunda parte dedicada a cómo preparar una vuelta al mundo, os doy algunos datos para preparar el viaje: qué llevar, cómo y con quien viajar.

Cómo preparar una vuelta al mundo y cumplir un sueño. Parte II

En esta segunda parte dedicada a cómo preparar una vuelta al mundo, os doy algunos datos para preparar el viaje: qué llevar, cómo y con quien viajar.
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Cómo preparar una vuelta al mundo y cumplir un sueño. Parte II

Recordaré lo contado en el primer capítulo para ponerte en antecedentes. 

Los primeros pasos que seguí para preparar una vuelta al mundo fueron: tomar la decisión, decidir el rumbo y poner fecha de salida.

Mientras, seguía buscando información para organizar los diferentes detalles que son necesarios, o por lo menos a tener en cuenta, antes de salir. A continuación te refiero algunos y en el siguiente, y último capítulo, completaré la lista.

La mochila para dar la vuelta al mundo

Una vuelta al mundo es un viaje largo. Si a esto le sumas que no volverás a tu país hasta que la termines, imagina. En mi caso calculé unos 10 años, algo así como 2 años y medio por cada parte del viaje – lo había dividido en cuatro partes, ¿recuerdas?-, para ayudar a mi mente a asimilar tanto tiempo.

Si tenía que llevar una mochila acorde a mis cálculos, y según estándares, necesitaba un camión, por lo que tuve que aprender a llevar lo justo e imprescindible.

Mi consejo es que no compres una mochila gigante porque entonces la llenarás y luego te arrepentirás. La mía es de 50 litros y llevo otra pequeña de 20 litros más, pero aun así es demasiado.

En Italia añadí una tienda de campaña que nunca utilicé. La dejé en un voluntariado en Indonesia junto con el saco de dormir y al poco tiempo se la regalé a quien me la guardaba: yo no la necesitaba y a él le venía bien.

Si deseas saber el contenido de mi mochila al comenzar el viaje, aquí tienes un enlace que lo detalla. Ha habido cambios desde entonces y la he reducido un poco: unas cosas se las dejé a amigos para guardarlas y otras las perdí.

Cuando buscaba información sobre este tema, leí que los viajeros expertos recomiendan llevar 10 kg como máximo. Para mí, de momento sigue siendo imposible: llevo 15 en la grande y unos 8 en la pequeña.

Usando la tecnología

Actualmente con los smartphones, contamos con unas ventajas que no disponían los viajeros de hace algunos años.

Por ejemplo, te puedes ahorrar el tener que acarrear con la cámara de fotos. También tienes aplicaciones gratis de mapas y conversores de monedas, algo muy importante para viajar.

Estas son las dos que yo utilizo:

  • maps.me: solo tienes que descargarte los mapas antes y funciona desconectado (modo offline). Gratis
  • Currency: esta es la que yo uso porque me va bien en el iPhone, pero hay muchas más  para otros dispositivos. Te aseguro que me ha ayudado en el viaje. También funciona desconectado. Gratis.

Los transportes para dar la vuelta al mundo

– La opción gratuita:

Si quieres gastar poco, o nada, lo mejor es ir haciendo dedo. Yo lo he probado en algún sitio, con más o menos éxito.

– En Europa fue una experiencia desagradable -en Italia concretamente- y ya no lo intenté más en el viejo continente. Además, suele estar prohibido.

– Al llegar a China, un camionero me recogió en la frontera y me dejó a pocos kilómetros de la ciudad de Kashgar. Luego, mientras caminaba por la carretera, un triciclo motorizado lleno de setas me recogió y me dejó en el hostel. Iba acompañado de una chica francesa que conocí en Irkeshtam -la montaña que sirve de frontera entre Kirguistán y China– y ella había llegado hasta allí haciendo dedo desde Francia. Así que es posible.

– En la mayoría de países del Sudeste asiático, según me han comentado otros viajeros, es muy fácil -en algunos países mejor que en otros, eso sí-. Yo tuve éxito en Malasia, donde me recogieron varias familias en Borneo y hasta ¡un autobús! En los demás, ni lo intenté.

– En Australia intenté cruzar el país de oeste a este, pero desistí antes de tostarme al sol. Sin embargo, algunos conductores paraban para preguntar dónde iba. En Nueva Zelanda me recorrí la Isla Norte -ida y vuelta- sin problemas.

– La más económica:

Los autobuses. En según qué partes del mundo son lo más sencillo y económico. Suelen tener horarios flexibles y, aunque no siempre son cómodos, te moverás por poco dinero. La mayoría de países que he cruzado por tierra lo he hecho en autobús y la experiencia es, sobre todo, enriquecedora.

En Turquía e Irán otros viajeros me invitaron a comer o cenar, dependiendo de la hora, y también me ayudaron a buscar la siguiente conexión para seguir mi camino.

En Asia Central y el Sudeste Asiático, entre que los conductores creen que están en un circuito y el pésimo estado de la mayoría de las carreteras… Pero lo puedo contar. Mi consejo: cierra los ojos y duerme hasta tu destino.

– El precio medio y algo más cómodo:

El tren. Es mi transporte favorito. Puedes moverte por los vagones, ir al servicio cuando lo necesites, tienes dónde comer e incluso en algunos países todavía se permite fumar entre vagones. 

En Turkmenistán salía más barato viajar en tren cada día que alojarse en un hotel en Asjabat. Aunque solo lo usé para llegar a la frontera uzbeka porque había encontrado una casa de Couchsurfers españoles. Cómodo y muy barato. Eso sí, beber alcohol y fumar está terminantemente prohibido.

En China es el mejor medio de transporte, aun en butaca dura; sobre todo por las ventajas que te comentaba al principio. En los autobuses parece que van robots, que no necesitan desaguar.

En Tailandia fue genial y te recomiendo que elijas clase B o turista. La clase VIP (creo que así la llamaban) era peor: aire acondicionado a tope y ventanas cerradas. Era muy divertido sacar la cabeza para comprar comida en el andén o -con cuidado- para fumar.

– Barco o avión:

El avión es barato, pero como el barco no hay nada. Entre Malasia e Indonesia fue lo que utilicé. Tampoco se iba mucho más de precio y los trayectos estuvieron llenos de anécdotas para recordar.

En alguna ocasión se me hizo difícil encontrar los horarios, pero haciendo amigos locales conseguía que me ayudaran a dar con  todos los que tenía previstos. En el blog, en cada país tienes las entradas donde escribí sobre ello y enlace con las páginas web de las compañías navieras.

– El más rápido:

El avión, ¡cómo no! Para mí era y es la última opción, aunque en diferentes etapas del viaje no me ha quedado más remedio que servirme de él.

En Myanmar no tenía otra opción si quería cruzar la zona noreste del país. Están en guerra -silenciada- y los extranjeros tenemos prohibido el paso por tierra, bajo amenaza de arresto -o algo peor-. Fue el primero del viaje -entre España y Myanmar-.

Entre Malasia y Filipinas porque la opción barco era casi un suicidio. La única conexión que hay en barco es desde Sandakan -en Borneo- hasta Zamboanga —en Mindanao-, donde los grupos terroristas están al acecho de personas como yo. Ya confesé en la primera parte de esta serie de artículos que yo no era un héroe.

Para llegar a Australia desde Malasia, entre Australia y Nueva Zelanda, entre Nueva Zelanda y Fiyi, y de aquí a Samoa para unirme a un velero. 

El último viaje en avión fue a Taiwán. Tampoco había otra opción y realmente salía muy barato.

– Otras opciones de transporte:

Los coches compartidos en Europa

BlaBlaCar. Solo lo utilicé en Italia, y me fue bien dentro del país y para cruzar a Eslovenia. En Francia funcionan de otra manera y se me complicó más de la cuenta, así que lo descarté.

Supongo que en otros países también se encontrarán, pero no me preocupé de buscarlos al contar con las opciones que ya he expuesto.

Los taxis y moto-taxi

Sí, los taxis. Aunque pueda parecer que es un transporte caro, en los  países de Asia Central no había otra opción para llegar a las fronteras y pude negociar un precio más que justo. Los amigos que hice en algunos países me ayudaron a la hora de regatear.

Los taxis me llevaron a la frontera entre Irán y Turkmenistán, y de Turkmenistán a Uzbekistán. Dentro de Uzbekistán, entre Samarkanda y Tashkent. Entre Uzbekistán y Kirguistán y de aquí a la frontera china.

Lleva siempre el cambio justo para pagar lo acordado, sino quizás te cueste algo más, porque los taxistas objetarán que no llevan. Lo digo por experiencia.

En la misma frontera de Turkmenistán era obligatorio el taxi -tipo van- para llegar hasta la salida a muchos kilómetros; en China, lo mismo. Aquí los precios los marcan ellos y no hay posible negociación.

Y no olvides los moto-taxi. Para llegar a algunas fronteras fueron mi salvación. La use también para llegar al autobús que me llevaría hasta casi la frontera con Tailandia desde el aeropuerto de Ken Tong, en Myanmar, donde otro moto-taxi era la mejor opción hasta la frontera birmano-tailandesa.

También use la moto-taxi en Filipinas, en Manila, para llegar a tiempo al aeropuerto. Realmente te aconsejo que mires esta opción en la capital filipina, llegarás a tiempo a tu vuelo y sin estrés.

¿Con quién viajar para dar la vuelta al mundo?

La verdad es que esto es algo que me costó decidir. Le estuve dando vueltas y más vueltas. Al principio lo comenté con un par de amigos, pero ellos tenían sus propios planes y no era precisamente dar la vuelta al mundo. También había leído que un viaje así con amigos podría hacer que los perdiese.

Tras su negativa, seguí buscando y en un blog -que me ayudó mucho en la preparación de la vuelta al mundo-, encontré el compañero de viaje. El blog se llama http://lavueltaalmundo.net. Puse un anuncio -gratis- para probar y de paso me salió -sin pensarlo, simplemente escribiendo- el nombre con el que conoces mi viaje: La Vuelta al Mundo Sin Prisas.

Obtuve respuestas de tres personas, aunque solo con una de ellas la conversación se hizo fluida. Aceptó la ruta que yo había preparado y, además, coincidíamos en el lugar desde el que partir: Zaragoza, por ser la ciudad donde ambos nacimos.

En Italia Antonio y yo decidimos que cada uno seguiría por su cuenta. Posteriormente se unió Mar, una amiga. Viajamos juntos hasta Eslovenia.

Ahí descubrí que viajar solo es la mejor manera de hacerlo: tú decides qué hacer, por dónde ir, si cambiar o no algo. Así se evitan unas discusiones que lo único que consiguen es desequilibrar.

Con esto no quiero decir que en algún momento no pueda volver a tener un compañero de viaje, como hice en China con Anna, durante una parte del recorrido.

De todas formas, viajar solo es una experiencia que todo el mundo debería probar alguna vez en su vida.

¿Viajar con seguro o no en la vuelta al mundo?

Cuando comencé el viaje creí que era importante tener un seguro y contraté uno durante un año y medio. Cuando me venció, no pude renovarlo por falta de dinero.

Sé que es arriesgado por mi parte, pero es eso o comer; así que de momento voy con cuidado y espero que la suerte siga acompañándome.

Infórmate bien de las cláusulas y de qué exigen para atenderte si llegas a un hospital. La experiencia me ha demostrado que, llegado el momento, la letra pequeña condiciona que te ayuden o no.

Tienes que saber  que algunos países lo piden obligatoriamente para entrar y también algunos voluntariados para participar.

Y también debes saber que en algunos países es más barato ir al médico cuando lo necesitas que pagar por adelantado una pasta a un seguro.

Si estás interesado, en esta entrada del blog encontrarás información detallada sobre el tema de seguros.

Resumiendo

Recuerda que una mochila grande no es aconsejable, que para viajar tienes varias opciones de transporte y de todos los precios, que un compañero de viaje puede ser interesante, pero viajar solo es increíble y, por último, que el seguro de viajes es una opción, pero no siempre una necesidad.

Espero que poco a poco, y con la ayuda de mi experiencia, puedas ir haciéndote una idea de cómo preparar una vuelta al mundo. Pero lo más importante: se puede viajar y sobrevivir con poco dinero.

Te contaré más en el siguiente y último capítulo, donde repasaré lugares donde dormir y ahorrar, además de otros temas que yo considero importantes en mi vuelta al mundo.

Hasta entonces y como siempre…

¡Pura Vida!

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