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Nueva Zelanda III: 2º Voluntariado con Helpx en NZ. En Papakura
El segundo voluntariado que me había dado una respuesta afirmativa estando en Australia y donde pasé una semana ayudando a una pareja en su casa. Fue genial.

Nueva Zelanda III: 2º Voluntariado con Helpx en NZ. En Papakura

El segundo voluntariado que me había dado una respuesta afirmativa estando en Australia y donde pasé una semana ayudando a una pareja en su casa. Fue genial.

Estuve dos semanas en el voluntariado de Piha ayudando en lo que necesitó mi anfitrión Jade y pasando un tiempo realmente genial, pero llegaba el momento de moverme; quería conocer algo más de Nueva Zelanda y cumplir con otro voluntariado que había conseguido y comprometido a través de Helpx. Jade por su parte me ofreció volver cuando quisiese, sería bien recibido.

Esa mañana el mismo Jade me acercó hasta Auckland, tomamos un café juntos y compró otro para Nick, con el que nos juntamos en los estudios de TV donde trabajan; ambos tenían que ir juntos a hacer algún trabajo para la empresa y de camino me dejaron en el centro.

Desde allí me moví andando a ver a Hanna, con la que había quedado. Hanna es manager de una tienda de productos naturales, amiga de Jade y un día que estuvo por casa, me dijo que pasase a buscar un paquete con una mezcla de hierbas, que ella prepara, para los fumadores con ganas de dejarlo, como es mi caso, que probé y me gustaron. Lo mejor es que están funcionando y prácticamente he olvidado fumar, aunque aún me queda el paso definitivo.

Cruzando la calle, enfrente de la tienda, tenía además una pequeña estación donde podía subirme al tren con destino a Papakura, haciendo un par de transbordos. Era pronto, alrededor de la 11am cuando comenzaba el viaje y una hora y media después ya estaba allí. Raewin en un mensaje que me envió la noche anterior, me avisaba que si llegaba antes de las 5pm tendría que llamar a Glenn, su marido, que sería quien se encargaría de recogerme y llevarme a casa.

Mis anfitriones Raewyn y Glenn

Poco después de cinco minutos esperando en la entrada de la estación de Papakura, apareció Glenn, con la sonrisa que durante la semana que estuve con ellos, nunca dejó. De camino a casa Glenn me preguntó si bebía cerveza, a lo que asentí afirmativamente, hizo una parada en una tienda al lado de la carretera y compró un pack de seis cervezas ¡Estrella Damm! Lo entendí como un detalle conmigo para darme la bienvenida.

Cuando llegamos a su propiedad, lo primero que hizo fue presentarme las cinco llamas que pastan a la entrada, protegidas por una valla de madera que bordea el camino de entrada. Bajamos enfrente del edificio que precede a la vivienda, una especie de garaje donde tiene su estudio de trabajo.

Glenn es diseñador y escultor y también se encarga del mantenimiento de varias señales viales que el mismo fabrica y que están instaladas por la región de Auckland, trabajando para el gobierno y los bomberos. Su escultura con la mano y la rosa, que preside la entrada al edificio, la hizo para dedicársela a Raewin. Ahora está preparando la que colocará a la entrada de la propiedad con el nombre «Santuario».

Tras la visita a su estudio me enseñó la casa, un edificio amplio, luminoso y limpio. Subimos al primer piso y allí estaba mi habitación y un baño entero a mi disposición. Todo tal y como describían en su perfil de Helpx. Después de esto me encargué de preparar la comida para ambos: un arroz a la cubana que comimos al sol del otoño austral, en la parte trasera de la casa, con los sonidos del campo como fondo y un par de las ‘Estrellas Damm’ para beber.

Tras la comida el se fue a su estudio a trabajar y yo le pregunté por hacer algo, Glenn ya me había dicho que no era necesario, prefería que descansase y al día siguiente me daría faena. Insistí en poder tomar contacto con el trabajo y entonces me indicó unos ladrillos que separaban el césped de la entrada del camino al garaje, los desenterré y los aparté a un lado, para después, antes de irme terminar el trabajo: hacer una zanja para crear un canal que desaguara la lluvia. En la semana que estuve allí pude comprobar que cae con ganas en ocasiones, he impidió que pudiese trabajar algún día.

Por la noche llegó Raewin, la persona con quien me había comunicado desde el inicio a través del correo electrónico y mensajes al móvil. Esa noche que me conoció y durante mi estancia allí siempre me transmitió cariño y como Glenn la alegría de quien es feliz y disfruta de su vida. Contagioso.

Profesionalmente es enfermera, trabaja en el hospital de Auckland y muy de cerca con el problema del tabaco, cuando le conté mi proceso de dejarlo en el que me encontraba, quedo en hacerme una medición de mi capacidad pulmonar al día siguiente.

Cuando llegó por la noche trajo con ella con una maquina parecida a la que se utiliza en los controles de alcoholemia, pero para medir el aire y, según me dijo después de soplar y los resultados que dieron, no era lo peor que había visto. Al parecer me empezaba a recuperar de tantos años de malos humos en mi cuerpo, con las hierbas de Hanna.

Raewin cada noche se encargó de preparar la cena para los tres, tiene muy buena mano para la cocina y la verdad es que disfruté cada uno de los platos que probé: sencillos, rápidos y exquisitos. Al igual que Clare y Marc, mis anfitriones en Nashdale (Australia), también consumen productos naturales, como por ejemplo la maca, la lúcuma, el açai y similares que yo utilizaba antes de comenzar el viaje y de los cuales conozco los beneficios para la salud. Con ellos preparó algún zumo y el desayuno del sábado por la mañana: pura energía.

Como siempre hago con mis anfitriones en los voluntariados o como invitado en sus casas, les ofrecí cocinar un día para que probasen varias de mis recetas. La idea les encantó, he hicieron extensiva la invitación a sus hijos y unos amigos para la comida del sábado. Preparé mis tortillas de patatas que he traído hasta las antípodas cruzando el mundo, la escalibada, pan con tomate y mis ensaladas, y cerrando el círculo de una típica comida española teníamos las Estrella Damm para beber.

El voluntariado en Santuario (Hunua)

La mañana siguiente de mi llegada a Santuario Glenn me encargó mi primer trabajo serio: tenía que mover una gran montaña de virutas de madera hacia uno de los jardines, para cubrirlos y proteger las raíces de plantas y los árboles durante el invierno y como alimento para la tierra. No tenía un plazo, simplemente terminarlo durante la semana. Lo terminé en tres días y el último Glenn también me ayudó.

El segundo día Glenn me propuso descansar del primer trabajo e ir a dar una vuelta con él para acompañarlo en el suyo. Debía de cambiar algunas señales de una playa y de paso encargar unas maderas para hacer otras cosas en casa. Además era una buena manera de hacer una excursión para conocer ese área de la provincia de Auckland y ver algunos de los bellos paisajes al oeste de la isla norte: campos verdes, playas con unas dunas de arena gigantes y otras donde podías recoger las almejas durante la marea baja, o el Parque Natural Regional Awhitu. Imágenes de postal.

Otro de mis trabajos fue el de pintar la valla a la entrada de la propiedad de color negro y para terminar, el día antes de irme, hice el trabajo que había dejado a medias en el camino y abrí la zanja, quizás el trabajo más duro que me encargué de hacer. En definitiva una buena manera de desentumecer los músculos y preparar las manos para lo que venía en mi vuelta a Piha.

Fin del voluntariado y vuelta a Auckland

Raewin se encargó de llevarme hasta Papakura y desde allí en el tren volver a Auckland. Había hablado con Jade para coordinarme y poder volver a su casa. Debía de esperar todo el día en la ciudad porque el estaba trabajando en el teatro y no terminaba hasta las 11 de la noche, así que aproveché para conocer a Bobby, un amigo de Cesar Luquero, a su vez amigo mío de España, que antes de llegar a NZ me había puesto en contacto con él.

Yendo con las mochilas y teniendo que estar todo el día paseando, lo mejor era tratar de guardarlas en alguna consigna, la busqué en la estación de Britomart, sin embargo la encontré en una pequeña tienda del puerto de Auckland. Me costó 5NZ$ y el límite las 9pm. No era caro y me permitía moverme con más libertad hasta casi la hora que había quedado.

Bobby y yo nos encontramos en la misma estación para ir a comer juntos. Finalmente comí yo solo ya que el venía de una fiesta de cumpleaños en su oficina y había picado allí. Debido a esto me hizo esperarlo más de media hora de la acordada.

Bobby, entre otros negocios relacionados con la música, tiene un bar en la zona de Ponsonby, que está llena de tiendas, restaurantes y bares de marcha y donde ya había podido estar cuando llegué a NZ la noche salí con Jake, Silvia y sus amigos españoles residentes también en Auckland.

Tras recogerme en el puerto ya con mis mochilas recuperadas, fuimos a cenar enfrente de su club, me invitó y fue, según me dijo, su forma de colaborar conmigo en el viaje. Esa noche Bobby se encargaba de poner la música y además era el sitio perfecto para encontrarme con Jade, que cuando terminó el trabajo acudió allí. Estuvimos bebiendo, tanto Bobby como Jade me invitaron a unas cervezas y sobre las 2 de la madrugada, casi cuando cerraba el bar, nos fuimos para casa.

A partir de aquí, que volví a Piha, comenzó otra historia que te contaré en el siguiente artículo. En Piha encontré además trabajo remunerado gracias a Jade y Facebook y esto me hizo poder recuperar un poco mi economía, que ya empezaba a flaquear de nuevo de los fondos que había podido conseguir trabajando en Australia.

Pero como te digo, será mi próxima historia en mi viaje. Hasta entonces y como siempre…

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