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Croacia
Mi paso por Croacia y la 4ª experiencia como voluntario en Workaway
Una visita rápida a Zagreb y vivo mi cuarta experiencia como voluntario en el viaje de La Vuelta al Mundo Sin Prisas, a través de Workaway en el pequeño pueblo Oriovčić.

Mi paso por Croacia y la 4ª experiencia como voluntario en Workaway

Una visita rápida a Zagreb y vivo mi cuarta experiencia como voluntario en el viaje de La Vuelta al Mundo Sin Prisas, a través de Workaway en el pequeño pueblo Oriovčić.
Croacia

Mi paso por Croacia y la 4ª experiencia como voluntario en Workaway

Croacia. Después de pasar unos días fantásticos en Eslovenia, me puse en marcha. De nuevo en solitario. Me dirigía a la República de Croacia.

El viaje de Eslovenia a Croacia

Desde Novo Mesto tenía que llegar a la frontera con Croacia para cambiar de tren y cruzarla. En la estación Novo Mesto-Metlika, donde cuando llegué, tuve la suerte de que el tren salía con destino a Karlovac en apenas 15 minutos.

Un pequeño vagón con maquinista nos esperaba. El viaje duraba algo más de una hora y este tren también paró en todas las estaciones, así que de nuevo, me pude deleitar con la vista de estas y de los pueblos.

Y para mi suerte el maquinista, me dejo que estuviese junto a él durante un rato, por lo que pude ver el avance desde un lugar privilegiado. Justo cuando llegamos a la frontera, la parada de rigor para comprobar la documentación por parte de la policía y seguimos adelante.

En Karlovac me hubiese gustado quedarme unas horas ya que Halina, una amiga polaca que vive en España, me la recomendó. Pero cuando fui a la taquilla a comprar el billete hacia Zagreb, me informaron que el próximo tren a la capital croata estaba estacionado en la vía uno y partía en poco más de 20 minutos. Así que preferí posponer esta visita, si la fortuna me lo permite, para otro momento.

Tren a Zagreb y mi llegada a la capital croata

El tren a Zagreb era un Intercity. Más rápido y más cómodo que el pequeño tren vagón entre países. Pude aprovechar el trayecto para transcribir las notas tomadas, e ir organizando el texto y las fotos del artículo de Eslovenia.

El viaje se pasó volando y cuando llegué a la estación de Zagreb, mi primera misión era conocer las posibilidades de viajar a Slavonski Brod al día siguiente. También de paso, consultar el mapa de la ciudad y situarme para llegar a mi hostel.

La oficina de información turística está en la misma estación, por lo que me facilitó bastante las cosas. Lo siguiente era sacar dinero de un cajero. En Croacia, el euro no es la moneda oficial, es la Kuna (1€ = 7,57 HRK). La suerte de trabajar con un banco que no cobra comisiones, fue una alegría de nuevo al extraer el dinero.

El hostel no pillaba muy cerca, por lo que con el tranvía me acerqué lo más posible y luego, cargado con las mochilas, fui andando hasta allí. Aproximadamente 2 km. Estaba algo escondido y esto me hizo dar alguna vuelta de más buscándolo.

Zagreb

Como todas las capitales y ciudades grandes hay mucho que ver y disfrutar. Después de la ducha, me fui al centro a dar un largo paseo y comer algo. De nuevo alegre sorpresa viendo edificios conservados magníficamente y calles alegres y llenas de gente.

En Croacia el mundial de fútbol lo viven intensamente y las marcas y los políticos locales lo hacen posible. De camino hacia el centro hice una parada en la plaza Strossmayerov. Allí habían instalado un complejo de bares y terrazas con sus pantallas correspondientes para poder ver los partidos y beber.

En el bar que elegí eran muy optimistas y estaban todos los partidos de Croacia, señalados en una pizarra llegando a la final. Desgraciadamente para ellos no fue así. Tras la cerveza y un rato viendo el partido entre Alemania y USA, seguí camino. Me volví a encontrar en la plaza principal Bana J. Jelačiča, con una pantalla gigante y una carpa inmensa. También para ver los partidos del Mundial.

Antes de que anocheciese y después haber cenado, volví al hostel con la idea de descansar. A mediodía salía mi tren hacia Slavonski Brod, ciudad a la que tenía que llegar primero y luego, buscarme la vida para llegar a mi voluntariado. Todavía hoy, me pregunto porque lo acepté con estas condiciones. Y las posteriores que descubriría ya estando allí.

Viajando entre Zagreb y Oriovčić

Desde Slavonski Brod tenía que llegar a una pequeña población cercana llamada Oriovčić.  Tan pequeña que no dispone de medio de transporte público directo. Por eso no entiendo porque no me vinieron a recoger, pero bueno, adquirí experiencia para el viaje.

Mi problema fue al buscar el transporte preguntando en las taquillas del ferrocarril. No hablaban inglés. Con mis apuntes, gestos y un poco de imaginación, conseguí hacerme entender y que me diesen el billete de autobús que me dejaría a unos 4 Km de mi destino, en Glogovica.

Luego tendría que andar hasta encontrar la casa donde me esperaban. Para cerciorarme de que había acertado y la distancia exacta que andar, pregunté en una oficina de viajes instalada en la misma estación, ya que no las tenía todas conmigo.

Iván, que si hablaba inglés, fue de una gran ayuda. Además, muy amablemente, me dejó recargar mi viejo móvil en su oficina, mientras esperaba la salida del autobús.

La cuarta experiencia como voluntario

En Oriovčić un proyecto de pemacultura me esperaba. Andrej e Irena han creado una vivienda basándose en materiales reciclados y totalmente artesanal. Con un huerto que mantienen activo para proveerse de sus propios alimentos, mientras el tiempo croata acompaña.

Realmente el proyecto es muy interesante. Aunque quizás han de ser revisadas algunas cosas para que vivir allí sea más cómodo que en este momento. Lo conseguiran, ya que algo que percibí es la constancia de Andrej y unas ideas muy claras con el proyecto.

Al llegar destrozado por la caminata de más de 4Km y el sol de justicia que caía, me encontré con tres workawayers más. Finn de Inglaterra, Michi de Suiza y Marie de Alemania. Habían llegado días atrás y que en ese momento se encontraban fabricando barro con paja, para aumentar los muros exteriores de la vivienda.

Quise comenzar a colaborar después de tomar aliento y conocer al resto de personas que estaban en la casa. Mientras Ivana preparó la habitación donde estábamos todos instalados, para acomodarme, yo hice un poco de limpieza.

Mis anfitriones

Irena y Andrej viven con sus nenes Gerd y Nica y esperan para el otoño un tercer pequeño. Ambos son artistas. Andrej escultor y maestro del reciclaje. Hace obras de madera y hierro y utiliza cubiertos de cocina para crear otros utensilios para la casa.

Irena por su parte es profesora de música y toca varios instrumentos: guitarra, piano, acordeón y también canta. Muchas noches nos interpretaba algunas piezas antes de ir a dormir y la verdad es que venían muy bien para relajarnos.

Personalmente creo que no encajé del todo y además de cocinar, por deseo expreso de Andrej e Irena, pude colaborar en algunos trabajos más. Pero no tanto como a mi en un principio me hubiese gustado. Quizás el idioma fue una barrera y por ello no hubo una comunicación fluida. Afortunadamente creo que he dejado buenos amigos allí y en el futuro podré volver a visitarlos.

Al día siguiente de llegar, fui a la compra con Irena a Slavonski Brod. Pude ver el animado mercado de abastos que se monta cada día, en una de sus plazas principales, con productos locales.

El domingo Andrej me encargó hacer una zanja que desviase las aguas de lluvia, desde el área de la casa hacia el camino. Pude hacer la mitad, ya que mis manos no soportaron mucho más tiempo y las ampollas, que han tardado en curar, aparecieron. Andrej al verlas decidió que lo dejase.

Poco más me dio tiempo a hacer. Ayudé a comenzar la construcción de una casa cercana al edificio principal y aporté ideas para ello. En el taller, eché una mano a preparar algunas piezas para que Andrej las terminara. En el verano las podría a la venta en varios comercios y salas de exposición que trabajan con él.

Visitando Slavonski Brod

Cuando se cumplió una semana, por mutuo acuerdo, decidimos que debía de continuar mi viaje y así lo hice. Antes de salir en autobús hacía Bosnia, pude visitar Slavonski Brod y los alrededores, que hasta entonces solo había podido ver esporádicamente, cuando compré en el mercado con Irena.

Lo que más me impresionó, fue la fortaleza del siglo XVIII que sirvió para defender la ciudad de la invasión turca y posteriormente al ejercito yugoslavo durante la reciente guerra de los 90. Allí me tomé una cerveza bien fría en el restaurante bar, para refrescarme y descansar tras el largo paseo visitándola.

Pude andar por el margen del río Sava a su paso por la ciudad y andar por las calles del centro, llenas de terrazas y vida. Pero no me dio tiempo para mucho más. Esperé en la estación de nuevo a que mi autobús con destino a Bosnia saliese.

Mi próximo destino Sarajevo en Bosnia-Herzegovina. Una ciudad que me dejó impresionado. Pero esto lo contaré en el próximo artículo.

Hasta entonces…

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