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Como ya comenté en mi último artículo, tras alargar por bastante tiempo mi compromiso como voluntario con Tanakita, un placer por otro lado, decidí que era el momento de poner en marcha de nuevo el viaje, tenía que llegar a la isla de Sulawesi y el viaje era largo, atravesando la isla de Java desde el oeste hasta el este y después con un barco llegar hasta Makassar, alrededor de 1.700 Km por tierra y mar.
Así pues, cuando confirmé que el viaje en barco partía el domingo y teniendo cuatro días por delante para llegar hasta Surabaya, mi primera parada sería en Bandung, todavía cerca de Sukabumi. En Bandung me esperaba un buen amigo que había hecho en mis primeros días en Tanakita. Romi, en una conversación relajada que mantuvimos, me dijo que no buscase nada en Couchsurfing, el mismo me ofrecía su casa para pasar la noche que pensaba estar en la ciudad y finalmente pudo ser así, casi no, debido a los múltiples cambios que realicé hasta que me puse en marcha, pero hicimos coincidir las agendas finalmente.
De Sukabumi a Bandung
El autobús desde Sukabumi salió a las 11h de la mañana, llegué con Isep en su moto, que me dejó la espalda para el arrastre después de un camino bastante accidentado por el estado de las carreteras y la mochila a cuestas. Cuando llegamos a la terminal de autobuses aunque con tiempo, era tarde, las plazas se habían agotado, se trataba de una Van, con únicamente 10 plazas y 70.000 Rp de coste por billete. Isep conocía otra opción, así que fuimos en busca del otro autobús, este de los grandes, que todo hay que decirlo lo prefiero, ya que tiene más espacio y además es más barato ¡pagué solo 30.000 Rp! que al cambio son algo más de 1,80€ por recorrer algo más 95Km, en ¡3 horas de viaje! comprensible porque hace paradas en todos los pueblos y ciudades del camino y alguna extra cuando lo piden los viajeros. El autobús se vació y llenó varias veces. En una de estas, tuve hasta una propuesta para llamar a una mujer, que me dejó un papel con su número de teléfono en el asiendo de al lado mientras echaba una cabezada, aunque no contesté a la llamada y seguí camino.
Bandung
A mi llegada a Bandung creía que tendría que buscarme la vida para llegar a casa de Romi, sin embargo hablando con él por teléfono entrando en la ciudad, me dijo que podía esperarlo tomando un café y el vendría a recogerme. Amabilidad que agradecí, ya que era bastante difícil atravesar la ciudad con varios cambios de ‘angkot’ y autobuses. En su casa me presentó a los vecinos, que comprobé por la noche, son como una gran familia y se reúnen en el patio para compartir la cena o el último café antes de acostarse.
Tras un breve descanso Romi me planteo subir a la montaña que desde su casa podíamos ver, es Puncak Bintang, un parque natural con un mirador alucinante desde el que divisas toda la ciudad y la cadena montañosa que la rodea. Un auténtico lujo para la vista, ni que decir la puesta de sol, como comprobarás por las fotos.
Como la subida es bastante pronunciada, Romi me propuso que yo mismo condujese su moto grande y el llevaría la pequeña que uno de sus vecinos le prestaba. Lo seguí, por el camino cruzamos varios pequeños pueblos y en la subida vas viendo la ciudad desde lo alto. El último tramo es complicado, son alrededor de 150 mts de un camino de arena en pendiente pronunciada, que como no domines la moto o el coche te crea problemas, como me ocurrió a mi, que tuve la mala suerte de caerme, aunque afortunadamente sin consecuencias físicas ni mecánicas. Unos rasguños y el protector del puño derecho de la moto roto. Romi vino a mi rescate y el se encargo de subir ese tramo, dejándomela preparada para los siguientes 200 mts antes del parking, ya por terreno duro.
Tras eso viene la subida a pie y la entrada al parque, que para los turistas es de pago, aunque solo 10.000 Rp. (0,61€). Los habitantes de la ciudad entran gratis. Desde allí como ya he comentado puedes ver toda la ciudad y sobre todo la puesta de sol que es una de las más bellas que he podido contemplar, con colores que se mezclan en el cielo y que realmente te hacen creer que el paraíso existe. Estuvimos hasta que cayo la noche y puedes ver como se ilumina Bandung y las ciudades y pueblos de alrededor.
Cuando la noche era cerrada y empezaba a refrescar decidimos terminar la visita y Romi me llevó a cenar a un lugar típico que anteriormente era el utilizado por la población más modesta de la ciudad y que ahora se ha convertido en punto de moda para los más afortunados económicamente, lo que ha hecho que el precio de la comida suba y por ello sus primeros clientes, hayan tenido que buscar otro lugar. Se cenaba realmente bien.
Conociendo Bandung
El restaurante está a la espalda del edificio de la Conferencia de Bandung el cual es ahora un museo que recuerda la primera reunión de los países de África y Asía en 1955 y que volvieron a juntarse en abril de este 2015 para conmemorar el 60 aniversario, con algunas deserciones de los primeros promotores como Pakistán y Sri Lanka, pero con la presencia de otros países observadores de Sudamérica, Centroamérica o el Caribe y Organizaciones internacionales. También en esta ocasión estaban representadas las repúblicas de Asia Central: Turkmenistán, Tayikistán o Uzbekistán, entre otras, que surgieron tras la caída de la URSS, o China, que en la primera ocasión no fueron invitados, por ser considerados colonialistas, sobre todo en el caso de la URSS.
Un paseo nocturno que me sirvió para conocer también el KM o Punto «0» de la ciudad, desde donde se empezaron a construir más de 1000 Km de carreteras por Java, para entre otras cosas facilitar la movilidad de tropas holandesas defensoras de la isla de los invasores británicos, que al final conseguirían invadirla en el año 1811 entrando por el puerto de Semarang. Dice la historia que costó más de 30.000 vidas de nativos koeli, así que salió a 30 vidas por kilómetro, una barbaridad. Fue un punto de inflexión, así mismo, en el desarrollo de Bandung. Al final de la calle Asia África pude ver el monumento conmemorativo de la reunión entre Asia y África mencionada antes y la gran mezquita de Bandung, aunque solo por fuera, ya que a esas horas estaba cerrada.
Espero volver en el futuro para poder conocer todos estos sitios y otros más que Romi me comentó, pero que por falta de tiempo en esta ocasión no pude ver.
Al día siguiente teníamos planes para hacer alguna excursión antes de que mi autobús a Surabaya partiese, aunque finalmente decidimos levantarnos más tarde y yo, aprovechar la mañana antes de comer para trabajar en el blog, ya que venían dos días por delante de viaje y con dificultades para conectarme a internet. La comida la hicimos en un restaurante típico de la ciudad, llamados Warung Nasi Tasik, con sus amigos, que nos costó 10.000 Rp (0,61€) por cabeza, pagados gustosamente intentando agradecer la amabilidad de Romi durante esas 24 horas en su ciudad.
A las 14.30 partimos hacía la estación donde me esperaban más de 20 horas de trayecto para recorrer 760Km en autobús. Ya en la terminal Romi se encargó de pedir a Irwan el conductor que me dejase ponerme delante con él y así poder hacer fotos del recorrido. Irwan accedió de buen gusto y realmente tuvimos buena conexión entre nosotros, lo que hizo mi largo viaje realmente entretenido.
Una pena que ya en Surabaya, perdiese mi teléfono, porque había podido captar imágenes realmente bonitas de una carretera que atraviesa montañas, jungla y que pasa cerca del mar antes de llegar a la ciudad del este de Java: Surabaya. Reportaje que completé cuando amaneció y antes de llegar a la terminal de autobuses de la importante ciudad portuaria. Es cierto que he podido recuperar algunas, gracias a que las publiqué en Facebook y las utilizaré para el siguiente artículo.
Pero esto y lo que fue mi noche y día en ella, hasta embarcar con destino Makassar en Sulawesi, lo contaré en el siguiente artículo.
Hasta entonces y como siempre…
¡Pura Vida!