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De nuevo a Bangkok: viviendo el Songkran

De nuevo a Bangkok: viviendo el Songkran

La coincidencia de que esté viajando por esa zona del mundo principio de año, hace que esté viviendo los diferentes años nuevos que se celebran por el Sudeste asiático. Entre diciembre y enero se celebra el año nuevo del calendario gregoriano, el de más uso y que aunque de una manera distinta a Occidente, también tiene su repercusión, sobre todo en las grandes ciudades.

En China y Vietnam se celebra el nuevo año lunar, entre el 21 de enero y el 21 de febrero, dependiendo de la 2ª luna nueva del año, a mi me pillo en Camboya, que también lo celebran, aunque lo viví en una isla apartado. Y durante este mes de abril, entre el 13 y el 15 se celebra el nuevo año budista y yo estuve en Laos, donde casi me quedo a celebrarlo como te conté en el anterior artículo y que finalmente viví en Bangkok, Tailandia. También es celebrado en Myanmar y en Camboya, entre otros países.

Goto ya me había avisado antes de irme y posteriormente en un mensaje, que él se cambiaba de casa y debía de recoger mis cosas antes de devolver las llaves, por lo que, aunque tenía que volver a Bangkok antes de mediados de abril, también tenía el tiempo suficiente para agotar mi segundo visado tailandés y por lo tanto mi voluntariado en Phayao y hacer esa visita rápida a Laos durante cinco días.

El viaje

El viaje tras cruzar la frontera laosiana, fue sencillo, hasta diría que la suerte me sonrió en cada momento. Nada más llegar a la terminal de Nong Khai, ciudad tailandesa de la frontera y mientras preguntaba por como llegar a la estación de tren para intentar viajar de noche, ahorrar en hostel y quizás también en transporte, John, un malayo que había charlado conmigo durante la parada sellando los pasaportes, me avisó que tenía un autobús, en ese momento, que solo costaba 360 Baht y tardaba 10 horas en llegar a Bangkok. El horario era perfecto para, con los transportes públicos: autobús de línea y metro, llegar a medianoche a casa de Goto. Afortunadamente el recorrido lo había hecho un par de veces y me lo sabía bien.

Cuando crucé la frontera de Laos tuve una sorpresa, quizás a ti también te venga bien saberlo si vienes por aquí. A la salida has de comprar una tarjeta que te cuesta 10.000 kip y tras sellar tu pasaporte y pasar tu tarjeta recién comprada por un torno, puedes cruzar la frontera. Yo agradecí llevar esos 10.000 kip encima de lo que me había sobrado de mis gastos en Vientiane, sin saber que tenía que hacer este desembolso.

En Bangkok

Después de un viaje tranquilo y la mayor parte hecho durante el día y ya en casa de Goto, podía descansar y relajarme, habían sido desde que me había puesto en marcha en Laos, dieciocho horas de trajín y viaje sin parar y estaba realmente agotado y asfixiado por el calor de Bangkok.

Goto estaba fuera esa noche, pero me había dado las indicaciones de como entrar en la casa. Durante la madrugada unas voces en español del sur me despertaron, era Juan, un buen amigo de Goto que ya había conocido en mi primer viaje en Bangkok y que estaba allí esperándolo para irse juntos a Nepal.  Al día siguiente por la tarde, Goto apareció acompañado de Coco, una amiga que aunque vive en Francia es natural de Madagascar y los cuatro nos juntamos para vivir la fiesta del Songkran.

El Songkran

Es una celebración que desde siempre ha tenido relación con el agua y tiene su origen en la limpieza de las estatuas de buda con agua, que al hacer esto se convertía en bendita y después con ella, ungir a las personas y atraer la buena fortuna. Ahora mismo es también una celebración popular donde todo el mundo tiene en sus manos una pistola de agua o algo con lo que pueda mojar a los demás. Yo me lo pasé como un niño, ya que además de aliviarte del calor y la humedad en Bangkok, todo el mundo se lo toma a bien y hace lo mismo, así que simplemente es buen rollo y disfrutar de las duchas gratis.

Juan y yo salimos más tarde de casa, ya que nos curramos unas tortillas con la intención de que los demás pudiesen comer y los japoneses compañeros de Goto las probasen, pero sin embargo cuando llegamos de las compras, todos habían desaparecido. Juan y yo decidimos seguir con los planes, y tras hincharnos de tortilla de patatas y con el estómago lleno, fuimos al encuentro de Goto y Coco, que estaban esperándonos en una calle céntrica donde se lía buena con el agua.

Desde que llegamos, sobre las cinco de la tarde, no paramos y Juan y yo, cansados y algo borrachos, decidimos volver juntos a casa alrededor de la medianoche, antes que Goto y Coco que llegaron un par de horas más tarde. Al día siguiente teníamos todos agujetas en el dedo del gatillo de las pistolas. Esa mañana cuando me desperté, además yo, me llevé un disgusto. La noche anterior, de tanta agua y pese a que había utilizado una funda de plástico donde llevar mis pertenencias para que no se mojasen, la humedad en la misma, unido a que mi teléfono tiene roto el cristal, hicieron que el móvil se mojase por dentro y amaneciese sin funcionar.

Era una muy mala noticia para mi, ya que con el móvil tenía además de las fotos y notas que he ido tomando durante el viaje: el convertidor de moneda, el reloj, la agenda y alguna aplicación que me servía para hablar con España gratis de vez en cuando. Más de dos horas intentando solucionar el problema con Apple, pero definitivamente di por perdido mi viejo compañero de fatigas.

A partir de aquí, el problema fue mayor, ya que no dispongo de presupuesto para este imprevisto y aunque lo tengo asegurado, he de desembolsar antes la cantidad y luego reclamarla, esperando recuperarla. Añado a esto que en las tiendas Apple de Bangkok, ya no tienen el dispositivo igual al mío para cambiarlo, ya que es el modelo 4s y por lo tanto bastante antiguo, tenía que esperar a llegar a Kuala Lumpur y que con suerte allí lo tuviesen.

No me di mucho más mal por el tema teléfono y me puse a solucionar otro de los temas importantes del día: buscar un medio para llegar hasta Kuala Lumpur en Malasia, con la intención de salir al día siguiente. Había podido preguntar cuando llegué de Laos por los precios y horarios de los autobuses, me pedían 1.109 Baht y el viaje era hasta Hat Yai, ciudad a unos 50Km antes de la frontera malaya y donde ya se empieza a ver la influencia del islam entre sus habitantes. Rápido pero bastante caro, comparado con los trenes.

Según pude ver en una web costaban 555 baht con cama y en 2ª. En ambos casos, después en Hat Yai tenía que buscar también un autobús para cruzar la frontera y llegar hasta la capital malaya. La decisión fue sencilla, aunque viajas más horas, preferí las vías a la carretera y además a mitad de precio, así que me fui directamente a la estación a comprar el billete y dejar solucionado el asunto del viaje.

A mi vuelta a casa, decidí bajarme una parada antes en el metro con la fortuna de que Goto, Juan y Coco, habían salido de casa para comprar comida por la calle y me los encontré en el camino. Excepto Goto que volvió a casa, los demás nos acercamos a otras de las zonas de Bangkok donde se celebra el Songkram, que dura más de tres días. No aguantamos mucho y pronto, decidimos volver a casa. Coco, se despidió de nosotros, volvía a su hotel a dormir y ya no nos veríamos más. Quien sabe en el futuro.

Despedida de Bangkok por segunda vez

Al día siguiente, tuve que rehacer la mochila con todo lo que había dejado en casa de Goto. El tiempo que me quedaba hasta la salida del tren me sirvió para trabajar un rato en el blog e intentar resucitar mi móvil, sin éxito.

Salí de casa de Goto, con una hora de tiempo para llegar a la estación y subirme al tren. Un viaje en tren que disfruté y que contaré en la siguiente historia que me llevará desde Bangkok a Kuala Lumpur, en Malasia, el 23º país en el viaje y donde si todo va como es normal, estaré durante los tres próximos meses colaborando como voluntario.

Hasta entonces y como siempre…

¡Pura Vida!

Nota: A la hora que estoy terminando de escribir esta historia de mi viaje, mis amigos Goto y Juan, a los que hago mención y está dedicado este artículo, están en Nepal, salieron dos días después que yo desde Bangkok. No hay confirmación de ellos mismos, pero afortunadamente llegan noticias de que están bien, no así de las más de 3.200 personas que he leído han fallecido en el terremoto y sus réplicas. Para sus familiares mi más sincero pésame. Para mis amigos, gracias por seguir aquí.

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