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de turismo en Niza
De turismo en Niza. Una desconexión de trabajo para coger fuerzas.
Un fin de semana de turismo para desconectar del trabajo y conocer una ciudad francesa a nuestro aire. Niza a medio camino de Murs y Sassello en Italia.

De turismo en Niza. Una desconexión de trabajo para coger fuerzas.

Un fin de semana de turismo para desconectar del trabajo y conocer una ciudad francesa a nuestro aire. Niza a medio camino de Murs y Sassello en Italia.
de turismo en Niza

De turismo en Niza. Una desconexión de trabajo para coger fuerzas.

De turismo en Niza después de cinco semanas consecutivas trabajando en Francia en L’Isle-Jourdain y Murs. Estar relajados y no pensar en el trabajo de la semana siguiente era el objetivo para mantener las ganas y las fuerzas.

Así que decidimos que mientras viajábamos dirección a Italia, para encontrarnos con nuestros nuevos anfitriones, haríamos una parada en esta ciudad mediterránea. 

En un principio la idea era quedarnos únicamente el sábado noche, día de nuestra llegada y seguir camino el domingo, sin embargo la recepción en la ciudad fue tan agradable que alargamos un día nuestra estancia y decidimos viajar el lunes, cuando nos esperaban en Sassello.

El viaje a Niza: primera parada Marsella 

Viajamos en autobús desde Apt a Avignon y desde ahí a Marsella. En esta popular ciudad francesa, pudimos estar un par de horas que aprovechamos para comer algo y dar una vuelta mientras esperábamos al siguiente tren hasta Niza.

En Marsella nos paramos a comer en un restaurante ‘kebab’ que tanto se han expandido por Europa. Todo tenía carne, excepto un bocadillo de cuatro quesos, que en ese momento era el único del que no quedaban existencias. Si a esto añadimos que el camarero solo hablaba francés o árabe, la cosa se complicaba, y ya que decirle que era vegetariano se hizo bastante difícil.

Afortunadamente un señor que estaba allí y que parecía el dueño del local no dejo pasar la oportunidad de vender y además, hacerme un favor, dándole al camarero las instrucciones para que me preparasen un bocadillo vegetal con huevos y queso. Genial, era lo que necesitaba.

Después decidimos dar una vuelta por las cercanías de la estación, Antonio propuso ir por la playa que no estaba lejos, la pega era que llevábamos nuestras mochilas. Son pesadas y aparatosas y subir luego la cuesta hasta la estación con el tiempo justo, para mí era demasiado arriesgado.

Mis pulmones de fumador quizás no aguantarían una carrera a contrarreloj cargado. Por lo tanto la vuelta se ciñó al barrio chino/árabe cercano para allí intentar comprar unas correas con las que atar mejor mi saco de dormir que no estaba bien fijado a la mochila y llevarlo colgando a su aire era un estorbo.

Entramos en una tienda donde Antonio pidió precio por una mochila, pero le resultó cara. Yo pregunté por mis correas y aunque no eran lo que estaba buscando exactamente, podría adaptarlas. Cuando fui a pagar, el dependiente decidió regalármelas y aunque finalmente no las tuve que usar, le estoy muy agradecido por el bonito gesto con un desconocido como yo.

Continuando el viaje a Niza

El vagón del tren donde viajábamos era por compartimentos y el nuestro estaba ocupado por dos chicas en ese momento. Descargamos nuestras mochilas y descansamos nuestros riñones. A mitad de viaje en nuestro compartimento entró una familia de 4 miembros que lo llenó.

Una de las chicas por cierto tenía una mascota curiosa ¡¡un pez!! Ya habíamos visto un gato con correas, tal que un perro, en la puerta de la estación, pero esto superaba mi idea de tener mascotas y llevarlas de viaje.

El trayecto fue tranquilo y fantástico, ya que el tren va paralelo a la costa y se puede disfrutar del paisaje durante todo el recorrido.

Llegamos a Niza

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y parece que queríamos ser fieles al refrán.

Ya conté en un artículo anterior que nuestro viaje a Murs fue algo accidentado porque no reservamos con tiempo un medio de transporte y eso retraso nuestra llegada a nuestro segundo voluntariado, y en este caso se trató del alojamiento.

Tanto Antonio como yo habíamos estado mirando donde poder dormir en Niza pero ¡ninguno hicimos la reserva! Nos confiamos creyendo que habría sitio de sobra en los albergues y no caímos que la Semana Santa también se celebra en Francia, así que cuando llegamos descubrimos que íbamos a tener problemas para encontrar un lugar donde dormir.

Además no se nos ocurrió apuntar la dirección del albergue que más nos interesaba y tuvimos que ingeniárnoslas para encontrarlo.

Buscando el albergue

Le pregunté a la policía municipal por el albergue, una pareja de policías mixta, que me miraron como diciendo ¿estás tonto o qué? a lo que yo asentí confirmándolo muy a mi pesar.

Finalmente el conserje de un hotel de tres estrellas que encontramos de camino a no sabíamos dónde, nos dejó utilizar su ordenador para mirar la dirección del albergue y resultó que ¡¡estábamos al lado!! La intuición me hizo entrar en esa calle y preguntar a este amable personaje.

Cuando llegamos al albergue, nos confirmaron nuestra premonición ¡no había habitaciones!, pero amablemente la chica que atendía la recepción nos buscó otro de la misma compañía, aunque al otro lado de la ciudad.

Cuando le comenté a Antonio por el precio y la distancia que me habían dicho, él estaba mirando a través del móvil una alternativa, y de repente apareció Arnaud un personaje que nos hablaba en inglés y ofrecía un cuarto en un hotel en obras y pegado al albergue donde estábamos.

Al principio desconfié, pero automáticamente viendo las alternativas que teníamos y por el precio que nos lo ofrecía decidimos aceptar.

Cuando pudimos dejar nuestras cosas Arnaud nos explicó que podíamos utilizar el wifi del albergue vecino y además nos invitó a una cerveza en el bar. Resultó ser el dueño de ambos establecimientos y el hotel estaba en obras para ampliar la oferta.

Españoles por el mundo

Más sorpresas. Mucha de la plantilla era de Madrid ¡¡¡el hostel está lleno de españoles que trabajan allí!! Un recuerdo especial a Christian que servía en el bar, a Dani y Borja que nos limpiaron la habitación y a Diego que me llevó desde el hostel hasta la parada del tranvía el lunes y al que al parecer, le inspiramos para realizar su propia vuelta al mundo como voluntario.

Todos ellos y el resto del personal muy internacional y muy amable nos ayudó a encontrar algunos sitios donde ir y nos aportaron una información muy valiosa: como poder llegar hasta la frontera con Italia, imprescindible para continuar nuestra ruta.

Una sugerencia por si viajas a Niza: realmente os recomendamos el albergue Villa Saint Exupéry, el ambiente que se respira es bueno, la gente amable, desde los dueños a los trabajadores.

Según me fijé tienen premios y menciones de las compañías que hacen los controles de calidad y es recomendado por todas ¡no me extraña! El precio para la ciudad que es Niza, no es caro y como no, al igual que en otros albergues la cocina está acondicionada y la pueden utilizar los clientes, otra forma de ahorrar. Además como añadido a los servicios que ofrecen, tienen ¡¡gimnasio y sauna gratis!!

Niza además es una ciudad preciosa, con un tranvía que se fastidia a menudo pero, cuando funciona es muy útil. Pude comprobarlo la noche del domingo, que funcionaba, pero la mañana del lunes no.

La noche del sábado decidimos darnos un homenaje y nos fuimos a cenar a un restaurante indio que nos recomendaron, mi intención era invitarle a la cena, aunque rechazó la propuesta para que yo pudiese ahorrar mi dinero para el viaje. Solo acabamos de empezar y lo acepté de buen grado.

A la vuelta Antonio quiso darse un baño en el mar. La temperatura precisamente no era de verano y por la noche refrescaba, pero finalmente lo hizo y se bañó en el Mediterráneo nizardo.

Domingo festivo

Estábamos en plena Semana Santa y se notaba en la  ciudad, Niza es un enclave turístico de alto poder adquisitivo y sus calles estaban llenas de turistas aprovechando la festividad religiosa.

Para nosotros era un domingo cualquiera en una ciudad nueva y por conocer, así que decidimos dar una vuelta y pasear por sus calles.

Los martes y domingos en el Old Town encuentras un mercado de frutas y flores y los lunes de antigüedades. Un mercadillo muy colorido y en el que pudimos disfrutar de sabores y olores diversos.

Hacer turismo en Niza no sale barato, se podía ver en los precios de muchos productos que se veían a la venta. Cierto que la calidad era indiscutible, ya que se trataba de productos artesanos y eso también tiene un precio.

Compramos algunas cosas y yo me tuve que controlar porque realmente daban ganas de comprar y no parar. Aceitunas, pan, fruta y verduras fueron nuestras compras para poder comer ese día y reservar algo para ofrecer como regalo de bienvenida a nuestros nuevos anfitriones Alessandra y Massimo en Sassello.

También dimos una vuelta por el paseo que bordea la playa y pudimos subir al mirador del Castillo, desde donde se tenían unas vistas increíbles de la ciudad y de la Bahía de los Ángeles.

Allí estaba Joseph Trombitas con su acordeón diatónico amenizando la llegada de los visitantes, tras una subida de 213 escalones que realmente se hacen fáciles, e incluso tienes ascensor por si no estás muy en forma.

La sorpresa y el adiós

Ese domingo también tuvimos nuestra pequeña sorpresa vespertina. Estábamos en el bar del albergue disfrutando de una cerveza de la casa, junto a un plato de pasta que ofrecen gratis a eso de las 19:00h y, ¡sorpresa! nos dijeron que teníamos que irnos de la habitación porque solo la habíamos alquilado una noche y la tenían reservada.

Hasta cierto punto era cierto, pero habíamos hablado con Albert, uno de los propietarios, y quedamos en alargar la estancia una noche más negociando el precio y nadie nos había avisado de lo contrario pero… Así que a montar las mochilas y buscarnos la vida.

Afortunadamente el mismo Albert nos buscó una habitación en el hostel hermano de la otra punta de la ciudad, el que nos ofreció la recepcionista el día que llegamos.

Yo decidí ir y compartir una habitación de 8 que afortunadamente solo estaba ocupada por una persona, por lo que fue cómoda, pero Antonio quiso probar y buscarse la vida durmiendo en algún sitio de la ciudad y apuró la noche hasta que cerraron el bar del hostel, al parecer la lío gorda juntando a todos los clientes presentes en una foto que puedes ver a continuación.

Al día siguiente Arnaud, le ofreció trabajo en el futuro siempre que él lo necesitara y el hostel buscara trabajadores.

En definitiva, ambos conseguimos estar felices esa noche y encontrarnos la mañana siguiente para emprender ruta hacía Italia, haciendo de paso algo de turismo en la costa francesa ya muy cerca de la frontera italiana. Pero esto es otra historia y la contaremos en el próximo artículo.

¡Au revoir La France!

¡Pura vida!

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